Por Carlos Fuentes

Con su voz trémula, macerada durante años de olvido por el aguardiente en las tabernas marineras de Mindelo, Cesária Évora evocó las alegrías y las penas de Cabo Verde. La reina de la morna situó a sus diez islas en el centro del mundo cultural. Ahora una nueva generación de artistas caboverdianos mantiene viva la llama de la melancolía en este archipiélago a medio camino de África y América.

Pocas veces un artista, una cantante, hace más por su pueblo que varias generaciones de políticos. Ocurrió con Cesária Évora: desde su presentación en un teatro de París, el público occidental aprendió a situar en el mapa el archipiélago de Cabo Verde. Gracias a esta tarjeta de presentación en forma de voz veterana, emocionante, ahora otros músicos caboverdianos disfrutan de mayor repercusión social y comercial más allá de las fronteras nacionales. Son Mayra Andrade, Lura, Neuza, Elida Almeida y Nancy Vieira, aunque antes que ellas estaban Ildo Lobo, Titina, Norberto Tavares, Mário Lúcio, Teófilo Chantre y Tito Paris. Porque las músicas de Cabo Verde ya existían antes de Cesária Évora y no serían lo mismo sin el renovador Francisco Xavier da Cruz, el autor que todo el mundo conocería como B.Leza, responsable de nuevos pespuntes brasileños en la morna contemporánea.

lura
Lura

No es sencillo trazar una hoja de ruta por los discos esenciales de las músicas de Cabo Verde. Músicas en plural, porque además de la melancólica morna están la coladeira, el funaná, la mazurca y el batuque. Algunas de estas producciones discográficas incluso permanecen aún inéditas en el gran mercado europeo, aunque merece la pena subrayar la importancia que tienen un puñado de discos cruciales para entender por qué unas islas africanas con medio millón de habitantes (una cantidad similar reside en la diáspora entre América y Europa) terminaron por enamorar al público comercial del otro lado del mundo.

B.Leza

Con él empezó todo, o al menos arrancó la fructífera trayectoria de las músicas caboverdianas contemporáneas. Introductor del llamado medio tono brasileño, Francisco da Cruz protagonizó la renovación de los sonidos isleños a partir de la década de los años cincuenta. Natural de Mindelo, en la isla de San Vicente, B.Leza escribió muchas mornas que forman parte del repertorio clásico del género, al que también dotó de profundidad en las letras de la canción caboverdiana por antonomasia. Su sobrina Cesária Évora es la voz más conocida entre sus intérpretes, aunque canciones suyas han cantado Titina, Tito Paris y todo artista que quiera hacerse un hueco en la escena musical de Cabo Verde.

Cesária Évora

Cesária_Évora_2008

Narrar su vida atribulada requiere un libro. Apenas adolescente comenzó a cantar en tabernas de Mindelo, pero en 1975 abandonó la música para dedicarse a su familia. Pronto cayó en depresión, ahondada por el alcoholismo. Una década después, su compatriota Bana luchó para que viajara a cantar en Lisboa. En 1988 se presentó en París en un recital memorable, siempre descalza en el escenario. Cize, como le decían sus amigos, se consagró con los discos La diva de los pies desnudos y Miss Perfumado. Ganó un Grammy y en 2009 recibió la Legión de Honor francesa. Ahora su retrato está en billetes nacionales, su estampa en sellos y su voz, siempre en la memoria por una mujer noble que esquivó oropeles de la fama y nunca dejó de pisar los adoquines de su pueblo.

Ildo Lobo

La voz melódica de Cabo Verde lideró el conjunto Os Tubarões entre 1976 y 1994, cuando continuó carrera en solitario. Autor de álbumes emblemáticos como Tchon di Morgado y Tabanca, Ildo Lobo era natural del pueblo pescador de Pedra da Lume, en la isla de Sal. Artista querido por el público caboverdiano por su compromiso político con el país tras la independencia de Portugal, sus discos Nôs morna, Intelectual e Incondicional son una referencia para cualquier voz masculina del Archipiélago. Para asistir a su funeral, el 20 de octubre de 2004, el gobierno dio la tarde libre a sus empleados. Tenía 51 años.

Tito Paris

Tito París

Además de compositor y cantante, Arístides Paris es un nombre clave en la proyección internacional de las músicas de Cabo Verde desde la sala B.Leza de Lisboa. Comenzó como baterista del grupo del cantante Bana y en 1987 publicó su primer disco propio, Fidjo maguado, al que siguió Dança ma mi criola. Acompañó durante muchos años a Cesária Évora, para la que escribió nuevas canciones y a quien protegió de tentaciones comerciales derivadas del éxito en los escenarios europeos. Su grabación más reciente es Acústico, donde recopila algunas de las mornas más emblemáticas de Cabo Verde.

Mayra Andrade

María Andrade

Aquí podrían estar sus coetáneas Lura y Nancy Vieira o la veterana Titina. Pero pocas voces están a la altura de tomar relevo de la reina de la morna como la de esta hija de la diáspora nacida en Cuba y criada entre Senegal, Angola y Alemania. En Praia dio sus primeros pasos, luego actuó como telonera de Cesária Évora y ya en 2003 se estableció en París. Ha grabado duetos con Chico Buarque, Caetano Veloso y Lenine, también con Charles Aznavour, la fadista Mariza y el pianista Roberto Fonseca. Su trilogía Navega, Stória stória y Studio 105 refleja los renovados vuelos del folclor de Cabo Verde con una voz emocionante por sencilla y natural. Recuerden su nombre, será una estrella.

Elida Almeida

Elida Almeida

El penúltimo regalo musical de Cabo Verde es esta joven nacida en 1993 en el pueblo de Pedra Badejo, isla de Santiago. Comenzó vendiendo frutas en mercados callejeros y acaba de debutar con el álbum Ora doci, ora margos (Ahora dulces, ahora amargos). Fiel reflejo del corazón partido del pueblo caboverdiano: entre la saudade de tiempos mejores que no terminan de llegar y el anhelo por salir del pozo del subdesarrollo africano. Trece canciones, en fin, sobre el milagro cotidiano de vivir en África interpretadas con emoción en kriolu, el singular idioma de Cabo Verde hijo de Portugal, África y Brasil.