Por Galo Martín Aparicio

Fotografías por Rocío Eslava

Puros Artesanos Julio es una tabaquería temática y didáctica en Breña Alta, en la isla de La Palma. Un negocio familiar que funciona desde 1999 a partir de los conocimientos que Publio, que no Julio, compartió y transmitió a sus hijos. Julio, que es el mayor, sus dos hermanos y sus respectivas compañeras trabajan para acercar a la gente al campo donde se cultiva el tabaco. La idea es que se sepa los, al menos, siete años que preceden al encendido de un puro palmero.

Fumar puros hoy es un ritual, que es casi como empezó, dice José Julio Cabrera Rodríguez, quien da nombre a la tabaquería Puros Artesanos Julio. Los maestros de ceremonias de los pueblos precolombinos inhalaban el humo despedido por la hoja quemada del tabaco con el fin de relajar unos oficios religiosos tan vinculados a la naturaleza, a las lluvias, a las tormentas, a los seísmos como a la sangre. A los conquistadores españoles la sangría sacralizada no les convenció; sin embargo, no dudaron en exportar aquellas antorchas en miniatura hechas con hojas elásticas, resistentes y finas.

En el siglo XIX muchos palmeros se fueron a Cuba a trabajar como vegueros, como trabajadores de las plantaciones de tabaco. A la vuelta de aquel exilio trajeron a la empobrecida Isla Bonita semillas de tabaco, el método de cultivo de dicha planta, el arte de la composición perfecta fruto de la mezcla de hojas de tabaco y el manejo virtuoso del cuchillo en forma de media luna, la chaveta, con la que se corta la capa del puro. La capa es la última hoja del puro, que es la que manipula el padre de Julio en el almacén contiguo a la tienda que tienen en Breña Alta.

Ambos locales tienen algo de museo, pero sin serlo. Muchos de los utensilios que emplean en esta tabaquería son de otras que han cerrado. De las algo más de doscientas tabaquerías que llegó a haber hoy solo quedan seis, así como algunas pequeñas plantaciones, chinchales y una fábrica de puros. Lo que sí quedan son muchos utensilios, tantos que Julio y sus hermanos los aprovechan para decorar su tabaquería: máquinas para cortar el pie del puro (la parte que se enciende), moldes de madera, pesas, arcones y cavas de cedro, etc. Obras de arte, reliquias debido a su escasez, que trajeron a La Palma los indianos que regresaron de Cuba hace ya más de cien años.

Las cavas de cedro en las que maduran los tirulos o bonchos por un tiempo de hasta seis meses, los humidores en los que se conservan los puros a una temperatura de 20/21 grados centígrados y a una humedad relativa del aire del setenta por ciento y la ubicación de Puros Artesanos Julio en Breña Alta hacen que los puros se sientan como en su trópico querido. Julio cuenta que gracias a que los alisios chocan con las montañas que hay en la zona dichos vientos llegan al valle en el que se encuentra su plantación de manera suave, templando el clima.

La plantación se insola hasta el mediodía; a partir de ese momento una panza de burro –nubes enredadas en lo alto de las montañas– protege a las plantas dándoles sombra, humedad y el refresco que necesitan. A esas condiciones naturales Julio les suma una mezcla de hojas procedentes de Indonesia, Brasil, algún recorte de la República Dominicana, de La Palma y un secretito. Esto permite que se entremezcle el aroma de los distintos tabacos presentes en el puro, donde las hojas de tripa, capote y capa forman una perfecta unidad. Hojas que aportan fortaleza, sabor y aroma.

La cabeza del puro, como la de María Antonieta, se corta con la guillotina, nunca con los dientes, como Saturno devora a su hijo en la pintura negra de Goya. El pie es la zona que se enciende. Una vez encendido el humo se aspira, se paladea apreciando sus matices. Algo que se hace mientras se forma una firme y larga ceniza que no hay que sacudir para que se desprenda como si fuera la de un cigarrillo. El puro no se apaga estrujándolo contra el cenicero o cualquier otra superficie: se deja que se extinga, como el fuego en una chimenea. Entre tanto romanticismo uno se pregunta cuál es el mejor puro. Julio responde que depende del tiempo que tengas. El puro rinde mejor, da lo mejor de sí mismo, cuando está caliente. Y eso pasa cuando va por la mitad.