Por Beneharo Mesa
Ilustración por Capi Cabrera
Lili Quintana (Teror, 1969) inició su formación con cursos y talleres de interpretación, danza y voz en el Centro Insular de Cultura de Gran Canaria y es actualmente una de las actrices con mayor notoriedad del Archipiélago. Aunque muchos la conocen por encarnar al mítico personaje de Chona, Quintana cuenta en su haber con más de treinta montajes teatrales en distintos formatos, tanto sobre la tarima del escenario como frente a las cámaras.
¿Cómo comenzó su historia con el arte dramático?
Comenzó en el colegio, cuando estaba en EGB. Todo fue a raíz de que mi hermano se apuntó a un grupo de teatro con su profesora de música. Y fue el marido de esa misma profesora, que era un apasionado del teatro, quien se incorporó a esas clases extraescolares y formó un grupo llamado Tatagua. A partir de ahí yo me uno a ese grupo de teatro con una pasión increíble, creo que tendría unos once años por aquel entonces. Pero quise ser actriz desde ahí.
Ha trabajado en treinta montajes teatrales, largometrajes y programas de televisión. ¿En qué medio se encuentra más cómoda?
Son medios distintos. Siempre digo que el teatro, porque me permite ser más creativa con el personaje, así como con todo lo que sucede alrededor, tanto de la parte técnica como de la escenografía. Vas construyendo un mundo desde la nada hasta eso que queremos ofrecer los artistas. La tele, por el contrario, es superrápida. Tienes que hacerte el personaje y aprenderlo de un momento para otro. Y después es cuando se ve si funciona o no. En el caso de Chona, sí, y creamos ahí un monstruo.
Es inevitable no preguntarle por Chona. ¿Cómo se siente con este personaje? ¿Está hastiada?
Resumir quince años con un personaje es un poco difícil. No me lo puedo quitar de encima porque a la gente le gusta mucho. No es tampoco que no pueda, sino que eso es lo que quiere la gente y… hay que dárselo, por mucho que yo diga que estoy cansada o lo que sea…, aunque más bien lo achaco al peso de los guiones, de aprenderme algo en tan poco tiempo, no tanto porque yo me canse del personaje. Porque luego me subo al escenario y disfruto un montón, sobre todo por la retroalimentación del público, cuando dices algo y ellos se mean de risa. Público y artista están yendo todos a una y yo me lo paso superbién. Pero es un trabajo tan duro, que es lo que más me cuesta. Supongo que es también como en cualquier otro trabajo: la monotonía te lleva al límite en todos los sentidos de la vida. Yo tengo la suerte de que interpreto a Chona, pero luego estoy también en miles de proyectos. Por eso te diría que nunca me he sentido encasillada con el personaje. Aunque sí que me siento con un pie fuera de la tele porque, por lo que sea, somos cuestionados o porque la directiva que entra dice «vamos a revisar esto». Pero luego es verdad que tenemos audiencia.
Al final el público es el que manda, ¿no?
Sí, y este personaje me ha dado muchas alegrías. En la pandemia me la dio, por ejemplo. También me ha quitado salud. No me importa decirlo. Soy asmática desde hace unos nueve años y todo esto me requiere un esfuerzo de todo mi ser. Y creo que lo mismo pueden decir otros compañeros. Parece casi una contradicción porque buscamos hacer reír, pero tiene un coste a cambio. No sé de otros actores, pero te aseguro que lo que nosotros hacemos semanalmente, en En otra clave, eso no lo hace ningún actor en el mundo. Te lo aseguro. Yo reivindico mucho la figura del actor, porque yo soy actriz y porque muchas veces nos ningunean. Se habla de nosotros como si fuéramos marionetas y la verdad es que estoy un poquito reivindicativa últimamente.
Gracias a las redes, su personaje ha alcanzado gran notoriedad también en Latinoamérica. ¿Cómo ha vivido ese fenómeno?
Ha sido algo increíble. También ver a muchas personas como India Martínez o Thalía imitando a Chona. Pero sí, mucha gente ponía audios de Chona y la imitaba y eso me dejó flipando. Encima todo eso ocurrió durante la pandemia, cuando nos enviaron una maleta con los vestuarios de los personajes, algo que fue también un aprendizaje que me vino muy bien: el poder hacer cosas de calidad desde casa solo con el móvil durante esa home edition de En otra clave. Además de que la gente necesitaba en ese momento tener una distracción. Pero volviendo a lo de la repercusión en redes, la verdad es que flipé mucho con la cantidad de clubes de fans que se formaron alrededor del personaje. Para mí fue también justicia por lo que comentaba del coste de salud que supone el trabajo actoral, por el hecho de entretener y acompañar a nivel emocional a muchas personas que lo estaban pasando mal. Y con eso me quedo.
¿Qué aspectos tienen de usted los personajes que interpreta?
Quizás la fuerza. Creo que en veinte años de tele he sido muy fuerte, sobre todo al continuar. Creo que al tener la oportunidad de crear, como ahora con Madre, me he entregado más por cosas que he atravesado. Todo ello hace que te entregues más a un trabajo, a tu personaje.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Actualmente estoy con la función Madre, un espectáculo de la compañía de teatro La República, inspirado en la obra original del dramaturgo Bertolt Brecht y con el que pretendemos acercar al público el drama que se vive a diario desde hace décadas en el Sáhara. Y, por supuesto, sigo con Chona en En otra clave.