Texto por Aarón Rodríguez

Fotografías por José Chiyah Álvarez

Viajamos este mes hasta la Isla del Meridiano para hacer una ruta de excepcional valor etnográfico y biodiversidad, que transcurre por uno de los caminos históricos más importantes para los herreños: el que permitía dos veces al año el desplazamiento de las gentes de El Pinar, en la vertiente sur de la Isla, al valle del Golfo, durante las migraciones estacionales, realizadas durante centurias, que se conocen como las mudadas. Esta tradición, fundamental para la supervivencia en una pequeña isla con limitación de recursos, se mantuvo hasta hace pocas décadas.

Nuestro camino nos conduce hasta las cumbres de la Isla en apenas cinco kilómetros, salvando de forma brusca más de 1100 metros de altitud que transcurren por el fresco y húmedo barlovento de la Isla. A continuación, desciende durante cuatro otros kilómetros, aunque de forma más suave, por el cálido y seco sector de sotavento. Un itinerario variado que nos muestra, por lo tanto, dos caras bien diferenciadas, que se evidencian en el marcado contraste que presenta la vegetación: del monteverde al pinar.

Iniciamos el recorrido en Tigaday, una de las localidades principales del valle del Golfo, siguiendo la señalización del sendero PR-EH 2 por la calle de Las Toscas. Desde aquí, el camino asciende rápidamente por la pendiente, a través de un paisaje agrícola conformado por bancales de cultivo o terrazas que, poco a poco, van dejando paso a los viñátigos, barbusanos y laureles que constituyen el bosque de laurisilva mejor conservado de la Isla. Tras alcanzar la ermita de San Salvador, privilegiado escenario de una fiesta anual que tiene lugar a más de 1250 metros de altitud, pasamos junto al más alto de los saltos del Golfo, una de las pistas de despegue de parapentes más importantes de Canarias y, por extensión, de Europa. El ascenso finaliza en el punto conocido como Dos Hermanas, señalizado por dos rocas, donde nuestro camino confluye con el Camino de la Virgen, la vía de peregrinación por excelencia, hoy señalizada como sendero de gran recorrido GR-131.

A partir de aquí, el paisaje cambia por completo: el tránsito de una vertiente a otra se refleja en la sustitución del monteverde por el pino canario, tan abundante que ha dado nombre a todo el municipio en el que nos encontramos: El Pinar. En el descenso, atravesaremos la hoya del Morcillo y el Aula de la Naturaleza –espacios habilitados para la divulgación y el disfrute de la naturaleza herreña– y las zonas de cultivo que circundan la localidad de Taibique, el caserío más alto del municipio, al que accedemos por la travesía del Pino y la calle de la Paz.