Por Cristina Torres Luzón

Ilustración por Ilustre Mario

Durante las últimas décadas, en los países desarrollados han sido objeto de estudio los procesos de crianza y su impacto en la sociedad. La crianza es un proceso complejo, influenciado por las costumbres sociales de cada región y cuya repercusión llega a todo el mundo. Por ello, no debemos olvidar que la paz, el amor y la felicidad se cultivan desde la infancia.

El 2 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Crianza Respetuosa, concepto cuyo origen viene del pediatra estadounidense Willian Sears. Antiguamente, esta idea era impensable en una sociedad en la que los menores eran vistos como personas de segunda clase. Visión que se perpetúa hoy en día en países con mayor nivel de pobreza y falta de desarrollo socioeconómico.

Secuelas de esta visión se manifiestan en nuestro entorno a través de la forma de tratar a los menores, con acciones que, siendo impensables hacia un adulto, se ven como normales cuando van dirigidas a un menor (gritar, dar cachetes, ridiculizar o reprender en público).

A finales de los años 50 un psiquiatra y psicoanalista llamado John Bowlby publicó su teoría del apego. En ella venía a reflejar la importancia del vínculo afectivo y emocional que precisan los bebés y los menores para poder desarrollar correctamente su personalidad y sus potencialidades.

Muchos investigadores han evidenciado que los adultos que no tuvieron cubiertas determinadas necesidades buscan de manera inconsciente poder satisfacerlas en la etapa adulta. Ser reconocidos, amados o tenidos en cuenta son algunas de las secuelas que originan las necesidades insatisfechas y que provocan en el adulto el impulso de tratar de cubrirlas a toda costa.

Como resultado, muchas personas presentan un ansia enfermiza por querer llegar a más, intentando cubrir el vacío de la infancia. Otras personas asumen relaciones insanas con tal de no sentirse abandonadas. Tristemente, los vacíos de la infancia no se pueden rellenar en la vida adulta, solo la toma de conciencia puede frenarnos en esa búsqueda inconsciente que trata de calmarlas.

Conscientes de esta realidad, muchos padres se informan y se forman con el objetivo de poder dar una crianza respetuosa a sus hijos e hijas. Estas acciones requieren de una mayor inversión de los progenitores en tiempo, esfuerzo y dedicación, pero a la vez les brindan la oportunidad de conocerse mejor y crecer a la vez que crecen los menores.

Los pilares en los que se fundamenta dicho concepto se basan en la preparación e involucración de ambos progenitores en el proceso de embarazo y nacimiento, apostando por la creación de lazos afectivos y el piel con piel.

Asimismo, la alimentación del menor se ha de basar en el amor y el respeto a este; debido a los múltiples beneficios de la lactancia materna se aboga por ella, siempre que esta se decida de mutuo acuerdo y se viva sanamente.

Otro pilar importante es la predisposición de los padres para dar una respuesta sensible a las necesidades del bebé desde que nace. El llanto, como lenguaje no verbal, nos comunica sus necesidades, a las que hay que tratar de dar respuesta.

Poder ofrecer el contacto físico el mayor tiempo posible, apostando por el porteo y el método canguro, repercute de manera beneficiosa. Además, hay que propiciar el descanso con el objetivo de conseguir un sueño seguro físico y emocionalmente, en el que el menor se encuentre arropado y cerca de sus progenitores.

Igualmente, se debe practicar la disciplina positiva y tomar conciencia de nuestras acciones, procurando un cuidado cariñoso y respetuoso, para evitar caer en el autoritarismo o la permisividad. También hay que fijar límites apropiados a la edad y el desarrollo, así como favorecer la toma de decisiones de los menores entre nuestra franja de opciones.

Es esencial encontrar el equilibrio entre la vida personal y la familiar, y que ambos progenitores remen hacia la misma dirección. Apostar por la crianza respetuosa es andar por un camino desconocido lleno de retos y recompensas.

Por suerte, tenemos recursos y comunidades que nos guían y acompañan en dicho proceso. El pediatra Carlos González, la psicóloga Rosa Jové o comunidades como la plataforma en línea Crianza con sentido común son algunos de ellos. Y no olvides que a pesar de las dificultades que se puedan encontrar, los resultados merecen la pena.

Si no tomamos conciencia seguirán subiendo las estadísticas de problemas de salud mental infantil, que no vienen nada más que a decir que, «como siempre», vamos mal.