Por Aarón García Botín.

Como siempre, La Palma da la bienvenida al año de la misma manera. En enero, los numerosos palmeros que viven fuera y que han vuelto a la Isla para pasar las Navidades con sus familiares, emprenden el viaje de vuelta a sus destinos. Normalmente, sin saber cuándo volverán, pero en esta ocasión con una fecha ya marcada en el calendario, la del comienzo de las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen de las Nieves.

Como ocurre cada lustro, 2020 no es un año cualquiera para los palmeros, que celebrarán durante algo más de un mes la festividad más importante de la Isla, consagrada a exaltar la figura de su patrona, la Virgen de las Nieves. Para ello, hace ya meses que la Isla, y particularmente Santa Cruz de La Palma, ha comenzado con los preparativos para hacer de esta una ocasión inolvidable.

Esta festividad tiene su origen en 1676, cuando el obispo de Canarias Bartolomé García Ximénez autorizó el traslado de la imagen desde su santuario a la parroquia matriz de El Salvador para combatir la grave sequía que estaba sufriendo la Isla. Posteriormente, tras contemplar el fervor popular con el que fue recibida esta decisión, decidió fijar su repetición, con periodicidad lustral, a partir de 1680.

De esta forma, y tras numerosos cambios en el calendario, las fiestas han quedado fijadas para celebrarse desde el último domingo de junio o primero de julio hasta el 5 de agosto, día de Nuestra Señora de las Nieves, con la subida de la Virgen de regreso a su santuario.

 

 

El acto principal de la Bajada de la Virgen ha visto cómo, con los años, se ha desarrollado un amplio programa de actividades a su alrededor. Inicialmente de carácter enteramente religioso, pero también barroco y teatral, la Bajada no solo ha mantenido algunos de sus actos más simbólicos y llamativos, sino que ha recuperado algunos de los perdidos en el pasado y ha añadido muchos nuevos.

En consecuencia, el programa de las fiestas, concentrado en su mayor parte en la Semana Chica y la Semana Grande, acoge, entre otros, números principales aún hoy de fuerte carácter barroco, como el Carro Alegórico y Triunfal y el Diálogo entre el Castillo y la Nave, la Danza de Mascarones, el Festival del siglo XVIII, la Danza de Acróbatas o la Danza de Enanos, el acto central y símbolo de las fiestas lustrales.

Durante estos días también se suceden actos complementarios, preliminares y posteriores a la Bajada y otros actos principales, como el izado de la bandera de la Virgen de las Nieves, que da comienzo a las fiestas; las romerías de bajada y subida del trono; la Danza de Acróbatas o el Desfile de la Pandorga.

Una multitud de actos se suceden durante algo más de un mes en una fiesta que, en más de trescientos años, nunca ha perdido el objetivo para el que nació: alabar la imagen de la Virgen de las Nieves. Un espectáculo que promete al visitante, sea o no palmero, disfrutar y formar parte de él como si fuera uno más.