Entramos como dos invitados en una casa nueva, con el cora-

zón abierto y los ojos cansados de amores secundarios. Derribamos

los muros del jardín y empezamos a bailar, olvidamos los remor-

dimientos y construimos un abrazo sin espinas. Pusimos nuestro

futuro en el fuego, rescatamos lo que era auténtico y no nos dimos

por vencidos.

Fuimos dos héroes anónimos, jóvenes, valientes, y encontramos

a cada duda una salida. Fuimos un arcoíris prematuro, una balada

de Cohen, un día sin nombre. Fuimos tantas cosas que nos olvida-

mos de ser nosotros.

Ante mis ojos, hoy desfila un ejército de recuerdos rebeldes que

se van cayendo a ambos lados de mi memoria mientras suena una

amarga canción.

Todas nuestras ciudades me visitan, y cuando me giro hacia ti

me encuentro conmigo.

Hicimos tantas cosas mal que prefiero el olvido.

Solo existe un “para siempre” entre nosotros: ella.

Y eso, eso sí lo hicimos bien.

 

Texto del libro Manhattan.

Diego Ojeda.