Aranzazu del Castillo Figueruelo

Ayer las principales calles de Barcelona se tapizaron de rosas y libros. Miles de personas pasearon y curiosearon libros de todos los estilos. El día 23 de abril no solo se celebra Sant Jordi. Es el día del libro. En cada rincón se respira cultura.

La lectura es una de esas habilidades que los humanos hemos desarrollado contra-natura. Una vez la adquirimos parece un proceso automático, pero lo cierto es que su aprendizaje exige concentración y esfuerzo consciente. Tiene, no obstante, su recompensa. Los beneficios de este hábito se observan a diferentes niveles.

Para algunas personas no deja de ser una actividad obligatoria asociada a sus años de escolarización. Recuerdo, entre otros, El Lazarillo de Tormes, Cien Años de Soledad o La Casa de Fernanda Alba. Pero para otra gran parte de la población, la lectura es un placer, una actividad de ocio que, además de barata -segunda mano, préstamo bibliotecario, intercambio de libros, etc.- puede ser fácilmente transportada allá donde uno vaya -en las salas de espera, en los transportes públicos, etc.

Leer libros con regularidad ejercita el cerebro y alimenta el alma. A nivel mental, mejora la capacidad de razonamiento, la imaginación y la creatividad, la memoria y la comprensión. Es un ejercicio que requiere concentración en una sola tarea durante un tiempo prolongado, algo cada vez más difícil y menos practicado por la diversidad de distractores que tenemos en la actualidad.

La lectura supone un enriquecimiento brutal a nivel de lenguaje. Leyendo aprendemos vocabulario y expresiones, mejoramos la ortografía, la sintaxis y la gramática. Como consecuencia, también escribimos mejor y, probablemente, hablamos mejor, o al menos… tenemos más tema de conversación.

Con cada personaje y cada historia leída, el lector entra en contacto con formas de pensar y mundos bien diferentes al suyo. Experimenta emociones que, de otra manera, igual hubiera tardado mucho tiempo en descubrir. Cada página volteada es un nuevo estímulo a la imaginación y una poderosa descarga de actividad en el cerebro del lector. En su interior se están construyendo nuevas conexiones entre neuronas, nuevos caminos que conforman la llamada reserva cognitiva y que después contrarrestará los signos de algunas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

            ¿Te sientes nervioso? ¿inquieto? ¿excesivamente preocupado por pequeñas frustraciones diarias? Coge un libro entre tus manos, lo agradecerás. Es un buen aliado para reducir los niveles de estrés. La lectura evade de los problemas y serena porque normalmente se asocia a momentos y espacios de tranquilidad -el rincón de la lectura. De hecho, leer antes de dormir es una actividad perfecta para conciliar el sueño porque permite hacer esa transición necesaria desde la activación hasta la relajación y facilita la desconexión y abandono de las preocupaciones diarias. Si uno se acostumbra hacerlo con regularidad, la propia acción de coger el libro y leer algunas páginas puede convertirse en un estímulo desencadenante en sí mismo de la respuesta de relajación. Eso sí, evita leer en tablets, ordenadores u otras pantallas luminosas o elegir libros técnicos o super excitantes porque conseguirás el efecto opuesto.

Con los libros aprendemos infinidad de cosas y lo hacemos de una manera significativa gracias a su capacidad para activar y movilizar emociones. La lectura transmite valores y motiva a marcarse metas y lograr objetivos, base importante para el éxito profesional, con el que también se suele asociar el hábito lector.

En Finlandia lo saben bien y por eso dan tanta importancia a la lectura. Son grandes aficionados a esta actividad y en ella se inician desde la más tierna infancia. Este hábito natural es, más tarde, fomentado por las escuelas y por una potente red de bibliotecas que facilita la accesibilidad a los libros. Como resultado los finlandeses pueden presumir de ser una de las poblaciones con más altos índices educativos.

Sabiendo todos estos beneficios, ¿te animas a leer un rato…?