Por David Lorenzo

El 14 de diciembre de 1903 se logró que volara el primer avión de la historia. El ser humano había logrado uno de sus sueños más antiguos. Esta hazaña fue mérito de los hermanos Orville y Dayton Wright. Solo lograron estar 12 segundos en el aire y recorrer 36 metros pero se hizo historia. Resulta increíble que solo 10 años después llegase a Canarias el primer avión.

El primer piloto que voló sobre Canarias fue el francés Leoncio Garnier. Él mismo había construido su avión. Fue precisamente el pionero de la aviación en España el primero que surcó los cielos canarios en 1913. Llegado en barco desde Cádiz sale desde los desaparecidos arenales de Guanarteme (Las Palmas de Gran Canaria) en dirección a Santa Cruz de Tenerife.

La causa de la presencia de este avión en las islas no era otra que la de realizar la primera fiesta de la aviación de Canarias. Este tipo de eventos se hicieron muy populares a comienzos del siglo XX. Solían contar con una gran cantidad de público. Este evento se realizó tanto en Gran Canaria como en Tenerife. Y aunque el avión acabó accidentado la fiesta de aviación fue todo un éxito.

No se tarda ni un año para que se repita un evento de este tipo. El vuelo lo hizo Mauricio Poumet. Sobrevoló La Orotava, Puerto de la Cruz e Icod de los Vinos y también fue todo un éxito. En este caso no hubo ningún accidente. Dicho festival, el segundo en Canarias, se hizo para celebrar las fiestas del Gran Poder de Dios. A él asistieron más de 3 mil personas, lo que demostraba que este tipo de eventos iban a tener relevancia en Canarias.

Desde este momento existieron varias fiestas de aviación en el archipiélago, que servían como un evento más de algunas de las fiestas más importantes que se hacían en las islas. Una atracción que llamaba el interés de la población tanto por ser algo novedoso como por su peligrosidad.

Lo único que hizo que este tipo de eventos desaparecieran de las festividades canarias fue, precisamente, el comienzo de vuelos regulares. Poco a poco la población se fue acostumbrando a los aviones hasta que no llamaron tanto la atención las fiestas aéreas. Además el coste de este tipo de eventos fue cada vez mayor. Se pasó de pilotos aficionados a leyes que exigen, para garantizar la seguridad, pilotos profesionales (mucho más caros).