Por David Lorenzo

Lanzarote es hoy en día una isla próspera con una economía y población estable (a pesar de la crisis) y que vive principalmente del sector turístico. Sin embargo esto no siempre fue así, pues durante los siglo XVI-XIX la isla era eminentemente agrícola y en estas épocas sufrió una serie de incursiones piráticas en sus costas, que diezmaron su población (ya que mucho eran tomados como rehenes y la mayoría huyó de la isla por miedo a ser capturados), a lo que se va a unir entre los años 1730 y 1736 (6 años) la erupción casi ininterrumpida de volcanes a lo largo y ancho de la isla.

Estas erupciones han sido históricamente las que más se han extendido en el tiempo en el periodo histórico de Canarias (desde el siglo XV hasta la actualidad) y posiblemente de los mayores desde su poblamiento por los pueblos prehispánicos. Algunos autores, como es el caso de Juan Carlos Carracedo y Eduardo Rodríguez Badiola (1991), afirman incluso que se trata de una de las erupciones basálticas fisurales (expulsión de la lava a través de unas fisuras de gran tamaño) más importantes de la historia sucedidas en el planeta tierra, lo cual nos deja ver claramente la magnitud de los hechos.

Timanfaya: Foto: Martín Méndez (Wikipedia Commons)
Timanfaya: Foto: Martín Méndez (Wikipedia Commons)

Además del peligro que suponían estas erupciones para la vida de los lanzaroteños también estuvo el hecho de que las lavas volcánicas destruyeron importantes zonas de cultivo productivas, convirtiéndolas en malpaís estéril y en algunos casos las erupciones llegaron por sepultar pueblos enteros hoy bajo el suelo de Lanzarote.

Hasta el momento previo a la erupción la isla apenas contaba con zonas montañosas debido a la erosión sufrida durante siglos y en sus tierras, muchas de ellas áridas y con una importante falta de agua (como en la actualidad) que apenas permitía que se cultivaran productos como verduras, determinadas frutas, etc. Además a diferencia de las islas de Gran Canaria, Tenerife, La Palma y La Gomera no van a poder cultivar caña de azúcar. Por contra, junto con Fuerteventura, la isla cultivará sobre todo productos de secano, destacando sobre todo cereales (que llevó a definirla como “el granero de Canarias”) que era vendido al resto de islas, que solían ser deficitarias de este alimento básico. Además existía actividad ganadera.

Poco antes de que los volcanes de Timanfaya entraran en erupción los habitantes habían comenzado a comerciar también con vino, aunque sobre todo va a ser para consumo local. Una vez acaban las erupciones en 1736 el paisaje había cambiado para siempre y con él también los métodos para cultivar. Esta nueva situación obligó a la gente de Lanzarote a buscar métodos creativos que les permitan cultivar esta nueva tierra agreste con el fin último de salir de la ruina económica en la que habían entrado en esos años, pues la isla había perdido más de la mitad de su producción de cereales y en torno al 60% de la superficie de cultivo.

Es en este momento en el que nacen en la isla los llamados enarenados, que no es otra cosa que consiste en proteger el suelo cultivable con lapilli o picón con el fin de que se conserve mejor la humedad y se proteja la planta de las duras temperaturas de la isla.Esto sin duda ayudó a que se generara una agricultura más intensiva y permitió que la isla volviera a ser productiva. Este momento favorecerá para que se potencie todavía más la agricultura frente a la ganadería, lográndose una época donde se va a llegar a mejorar la producción realizada con anterioridad en la isla.

Así desde mediados del siglo XVIII la isla comenzará a cultivar una gran cantidad de viñas (incluyendo el malvasía) que dio más cosechas que nunca y además la economía de Lanzarote a principios del siglo XIX se mantuvo estable gracias al comercio de la barrilla, planta de la que se extrae sosa caústica, empleada para la elaboración de jabones.

Típica plantación de viñedo en Lanzarote, sobre una colada de ceniza volcánica. Foto: (Wikipedia Commons)
Típica plantación de viñedo en Lanzarote, sobre una colada de ceniza volcánica. Foto: (Wikipedia Commons)

Finalmente podemos afirmar que aunque la isla se vio azotada por una catástrofe que casi más acaba con su subsistencia la isla “renació de sus cenizas” más fuerte gracias al trabajo realizado por sus habitantes, que jamás dejaron de luchar por hacer productivas sus tierras y de buscar nuevos métodos que les permitieran lograr este objetivo.

Para saber más:

  • Carracedo Gómez, Juan Carlos; Rodríguez Badiola, Eduardo La erupción volcánica de 1730. Arrecife: Cabildo de Lanzarote, 1991 [en línea]. Enlace: http://ow.ly/TpyZQ
  • Romero Ruíz, Carmen Crónicas documentales sobre las erupciones de Lanzarote. Tahíche: Fundación César Manrique, 1997