Por David Lorenzo

La Ley de Puertos Francos, aprobada en 1852, tuvo un importantísimo impacto en el comercio marítimo de Canarias. Gracias a él se reducían los aranceles (impuestos) a los barcos que atracaban en los principales puertos del archipiélago.

Antes de que se aprobara esta relevante ley hubo una serie de personajes de gran importancia que la apoyaron. Ellos, sin saberlo, colaboraron y sirvieron de inspiración para la redacción y aprobación de esta ley. Muchos creen que la Ley de Puerto Francos fue realmente diseñada por los extranjeros afincados en las islas. Pero no es cierto. Muchos canarios participaron, de una forma u otra, en la aprobación del decreto.

Uno de los primeros defensores de una ley que permitiese reducir aranceles y que admitiese barcos de otros países de Europa en los puertos canarios fue José Murphy. Este político y comerciante de Tenerife estaba muy vinculado con el Real Consulado Marítimo y Terrestre de Canarias. Gracias a esta relación sabía de la importancia del comercio de la islas con otros países europeos.

Aprovechando su posición como Síndico Personero (defensor del pueblo) de Tenerife publicó su libro sobre aranceles “Breves reflexiones sobre los nuevos aranceles de aduanas” en 1821. En él criticaba la subida de los impuestos portuarios en las islas. Murphy consideraba inadmisible que estando Canarias a más de doscientas leguas de la Península se incrementaran tanto las tasas.

Murphy creía, con acierto, que era imposible que se aplicase por la lejanía esta norma. Además veía necesario que el archipiélago tuviese un sistema de aduanas propio, donde se permitiese mercado con puertos de todo el mundo. Su libro fue importantísimo, porque sirvió de inspiración para realizar el Decreto de Puertos Francos en 1852.

Igualmente debe destacarse el papel de Alonso de Nava. Era un importante economista teórico y pragmático, quien llega a escribir documentos donde habla sobre las franquicias canarias. Mantuvo la misma línea de la obra de Murphy, salvo con la diferencia de criticar la decadencia económica que se sufría en ese momento en Canarias. La crisis venía sobre todo a causa de la reducción de exportación de vino y barrilla (producciones básicas del archpiélago en ese momento).

Francisco María de León, historiador, también fue importante. Tuvo un papel determinante en la Junta de Comercio de Canarias (sucesora del Real Consulado). Aprovechando este puesto escribió un importante informe para el comercio de Canarias en 1832. Entre sus peticiones se encuentra que se permita la venta de grano y seda a la Península. La producción en ambos sectores se había reducido mucho desde la independencia de las colonias americanas.

Uno de los extranjeros que más trabajaron por la Ley de los Puertos Francos fue Sabino Berthelot. Francés de nacimiento pronto se integra en la sociedad canaria. Entre 1850 y 1852 publicó varios artículos donde apoyaba una ley que permitiese abrir los puertos canarios al mercado internacional. Afirmaba que ante la decadencia comercial de la barrilla y vino era oportuno convertir a Canarias en un archipiélago de suministro de combustibles y de víveres. Con esto quería decir que los puertos canarios podían servir de zona de abastecimiento para los barcos que iban en dirección a América-Europa y a África por el Atlántico.

Tanto la presión hecha por Berthelot como el apoyo que recibía de su país de origen así como de otras potencias europeas le sirvió para lograr sus objetivos. Su actuación, apoyado de los otros personajes canarios de los que hemos hablado, hizo que finalmente en 1852 los puertos canarios se abrieran de nuevo al Mundo como lugar de escala para el comercio en el Atlántico.

Para saber más:

  • Guimerá Peraza, Marcos (1989) Los Puertos Francos en el siglo XIX. Santa Cruz de Tenerife: Idea Ediciones