Por Astrid da Silva
Sobre las 14:11 horas del 19 de septiembre de 2021 un estruendo ensordeció a La Palma. Se cumplían los presagios y del corazón de la tierra bramó la Cumbre Vieja para cubrirlo todo de lava y ceniza. Toda Canarias en vilo hasta que, 85 días después, volvió el silencio. El volcán ha cambiado la orografía, pero la Isla no ha perdido ni un ápice de su belleza. ¡Ahora, más que nunca, es el momento de volver! Te damos algunos buenos motivos por los que es imprescindible visitar La Palma.
Tras finalizar la erupción, que ha sido la más larga de la historia de la Isla, todos los vecinos anhelan regresar a la normalidad. Para ello es necesario que volvamos a disfrutar de todo lo que tiene por ofrecernos: paisajes de ensueño, muchas actividades para reconectar con la naturaleza y una gastronomía espectacular. Es el destino ideal para disfrutar en familia, en pareja o para deportistas que deseen adentrarse en los parajes más espectaculares de Canarias.
La Palma fue declarada Reserva Mundial de la Biosfera en 2002 y esto se debe, principalmente, a sus espacios naturales y a la singular biodiversidad de su flora y de sus ecosistemas. Una buena forma de admirar toda su belleza es a través de sus más de 700 kilómetros de caminos transitables y senderos, que recorren todo el territorio. Por ello, es un destino ideal para los amantes del trekking, ya que hay rutas para todos los gustos, en medio de paisajes volcánicos, con el mar de telón de fondo o a través de húmedos bosques.
Una de estas rutas imprescindibles que nos ofrece la Isla la encontramos en el bosque de los Tilos, dentro del Parque Natural de Las Nieves. Aquí, el susurro del agua acompaña al visitante en cada paso, hasta llegar a su majestuosa cascada. Es un ambiente mágico, donde se puede admirar en todo su esplendor la frondosidad de uno de los bosques de laurisilva más antiguos del planeta. Desde este punto salen varios de senderos que se pueden explorar, con distintos niveles de dificultad.
El Parque Nacional de la Caldera de Taburiente es una parada casi obligatoria, ya que es uno de los lugares más emblemáticos de la Isla por sus espectaculares paisajes, marcados por el mar de nubes y su exuberante interior, repleto de manantiales y cataratas que dan lugar a pequeños arroyos. Es otro de esos espacios que parecen sacados de un cuento. Solicitando autorización se puede acampar en una zona habilitada y disfrutar de una experiencia única en pleno corazón de la caldera. Despertaremos entre montañas y dormiremos arropados por un cielo repleto de estrellas. La absoluta limpieza de la bóveda celeste –prácticamente libre de contaminación lumínica– ha convertido a La Palma en uno de los principales centros de observación astronómica del mundo. Por ello, esta isla fue la primera reserva reconocida por la fundación Starlight.
Dentro del parque, encontraremos el roque de los Muchachos, el punto más alto de toda la Isla, con 2426 metros de altura, que está repleto de miradores que ofrecen unas vistas espectaculares de la caldera y las islas vecinas, ya que con el día despejado se pueden observar Tenerife, El Hierro y La Gomera.
Hacia el sur se encuentran las salinas de Fuencaliente, que dibujan un paisaje lleno de contrastes, entre el negro volcánico de la tierra, el blanco de la sal y los asombrosos colores que dibuja el mar sobre ella. Es el lugar ideal para contemplar el atardecer y para la buena gastronomía, ya que en este enclave privilegiado se puede disfrutar una propuesta gastronómica valorada con la distinción Bib Gourmand de la guía Michelin.
Todos estos parajes son solo unos pocos ejemplos de todo lo que puede ofrecernos una escapada a La Palma. Aunque el volcán ha cambiado la orografía del valle de Aridane, toda su espectacularidad sigue intacta. Además, experiencias anteriores nos han demostrado que las erupciones volcánicas pueden crear nuevos espacios maravillosos. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en la playa de Echentive, que surgió tras la erupción del volcán de Teneguía, en el año 1971. Su arena negra y sus charcos naturales de color aguamarina lo convierten en un espacio único. Probablemente, el camino que trazó la lengua de lava de Cumbre Vieja hasta llegar a la costa, en un futuro, dé lugar a nuevos rincones que sigan contribuyendo a la incalculable belleza de la Isla Bonita. Ahora, más que nunca, La Palma nos necesita. Necesita un turismo responsable y sostenible, con viajeros que tengan conciencia del gran tesoro que es y que debemos cuidar y conservar entre todos.