Por Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

Saúl Santos, natural de Fuencaliente, es un fotoperiodista especializado en paisaje y naturaleza que cuenta con publicaciones en diversos medios, entre ellos National Geographic, revista de la que es colaborador habitual. Su mirada a través de la cámara y sus fotografías han sido publicadas en más de cien medios y unas treinta portadas de revistas y libros destacados de España y otros tantos internacionales.

¿Cómo comenzó su historia con la fotografía?

Mi primer contacto con la fotografía fue hace unos veinte años y es algo que fui absorbiendo por mi padre, que era fotógrafo y fue quien me inculcó el amor por la naturaleza, pero no me llamó la atención hasta esa edad. Fue ahí cuando una profesora que yo tenía me dijo: «¿Por qué no estudias fotografía por tu padre?». Y me animé a probarlo a ver qué tal, no es que me llamase la atención. Pero cogí una cámara y, al revelar las fotos en el laboratorio, el momento de poner los negativos en la ampliadora, meter el papel fotográfico dentro de una cubeta de químicos y ver cómo aparecía una imagen de la nada fue como algo muy mágico. Creo que ese fue el momento en que me atrapó la fotografía. Desde ahí empecé a hacer fotografías sin parar hasta el día de hoy.

¿Cómo definiría su estilo fotográfico?

Trato siempre de trabajar en la fotografía de paisaje o naturaleza porque me ha venido inculcado desde pequeño. Siempre intento trabajar en ese ámbito, pero también hago fotografía de ciudad u hotelera. Pero tengo la fortuna de combinar las dos cosas que más me gustan –fotografía y naturaleza– y llevarlas a que sean mi trabajo y mi profesión.

¿Cuál es su tipo de fotografía preferida dentro de la naturaleza?

Realmente lo que más me gusta es la naturaleza salvaje, por lo que me decanto por la montaña.

Usted es de La Palma y estuvo presente durante la erupción. ¿Cómo fue aquello para usted?

Fue una carga emocional en todos los sentidos, tanto para lo bueno como para lo malo. Es complicado describirlo sin, a lo mejor, herir sensibilidades. Para mí fue algo totalmente indescriptible, espectacular, entendiéndolo como un espectáculo natural, pero al mismo tiempo desgarrador por lo destructivo que fue. Yo soy de Fuencaliente, donde está la historia del Teneguía; de hecho, mi padre lo fotografió. Yo me imaginaba que, según donde saliese el volcán, iba a hacer mucho daño, pero nunca alcancé a imaginar que pudiera hacer tanto daño. Yo estuve prácticamente los noventa días que duró la erupción fotografiando y documentándolo. Todos los días decíamos: «Es imposible que el volcán sorprenda con una cosa nueva». Y lo hacía, sobre todo estando en la zona de exclusión con los científicos. Era una carga emocional muy grande, una montaña rusa de emociones diaria por fotografiar un evento natural tan impresionante, pero también porque lloraba de impotencia y rabia al ver todo el panorama y el desastre personal que generó en los palmeros. Son muchas las anécdotas que puedo contar, las experiencias y sobre todo las emociones siendo palmero.

¿Le pilló estando en la Isla o se encontraba fuera en ese momento?

Justamente ese día estaba celebrando mi cumpleaños. Yo no confiaba mucho en que se fuese a producir la erupción. Porque sí es cierto que sentimos un temblor, pero por lo que yo sabía de cuando fue el Teneguía, por lo que me contaron quienes lo vivieron, los temblores del Teneguía eran mucho más intensos. Y claro, uno pensaba: «Mientras los terremotos no sean tan intensos no vamos a tener volcán». Hasta que ese mismo día sentí en Santa Cruz de La Palma un temblor bastante fuerte. Fue ahí cuando sí pensé que quizás habría volcán. Me pilló totalmente fuera de juego, pero llegué a la zona a los cuarenta minutos.

¿Qué recomendaría visitar de La Palma? Un must o esencial.

Te diría mil sitios. Yo he viajado por muchos lugares del mundo y son incomparables en su belleza, pero creo que La Palma, en un espacio tan reducido, es algo único, en el sentido de la diversidad de paisajes y ecosistemas. En La Palma un esencial sería la Caldera y su entorno. Como amante de la montaña creo que el lugar imperdible de La Palma es ver un atardecer o un amanecer desde la parte alta de la Caldera, desde el Roque de los Muchachos. Cualquier lugar de la cumbre para mí es imperdible. Hay muchos sitios como el bosque de los Tilos, la ruta de los volcanes, pero si tengo que poner un número uno creo que pondría las cumbres de La Palma.

Ha estado en muchos lugares alrededor del mundo. ¿Cuáles le han impresionado más?

El lugar que siempre soñé, y que cuando visité descubrí que por algo lo soñaba, es la Patagonia. Creo que fue ahí donde descubrí realmente que quería dedicarme a la fotografía de viajes. Se lo tengo que agradecer a ese lugar; es más, mi primera portada en el National Geographic fue de la Patagonia. Le tengo que agradecer mucho, por lo que se me quedó grabado en el recuerdo e impregnado en la retina, y por lo que me ha dado profesionalmente.

¿Qué es para usted la fotografía?

La fotografía para mí es algo fundamental en mi vida. Cuando me saturo o quizás hago un trabajo que no te llena tanto o estoy cuatro o cinco días sin hacer fotos estoy como «uf, qué mono de hacer fotos». Mucha gente me decía que el día que me dedicase profesionalmente a esto iba a perder la pasión. Y para nada. Mi pasión creo que cada día crece, porque siempre quiero transmitir esas emociones, lo que yo estoy viendo a quien contemple la fotografía. Muchos de esos sentimientos no se pueden ni expresar o transmitir tal y como yo los siento a los demás, pero mucha gente me comenta lo que les hacen sentir mis fotos y eso me recarga también las pilas.

Háblenos de sus próximos proyectos.

Hay varios proyectos, pero no quiero contarlo todavía, también tengo viajes proyectados a Patagonia, Costa Rica, Asia y Nueva Zelanda. Aparte de algunos libros, son los proyectos más importantes que tengo ahora mismo.