Por Aranzazu del Castillo Figueruelo

            Este trastorno común consiste en un conjunto de síntomas que se experimentan durante el proceso de adaptación a un ciclo de luz-oscuridad diferente al propio tras viajar a una nueva zona horaria en el planeta. Su manifestación varía de una persona a otra pero suele incluir: problemas de sueño -síntoma más frecuente y molesto-, indigestión, disminución del apetito, dificultades de concentración, mareos, desorientación, irritabilidad, problemas de memoria, dolor de cabeza, falta de energía o entumecimiento muscular, etc. Todos estos cambios son reflejo de una alteración en nuestro cuerpo, pero solo suelen aparecer cuando atravesamos más de 2-3 zonas horarias.

            Doctor, ¿Qué me ocurre? Muchos de los procesos biológicos que tienen lugar en nuestro cuerpo se ajustan al ritmo circadiano, es decir, siguen el ciclo de luz-oscuridad de la zona en la que se vive. El apetito, la digestión, el sueño, la temperatura corporal, la presión sanguínea o la producción de orina son ejemplos de procesos que se acoplan a este ritmo.

            Cuando viajamos por el mundo -hacia el Este o hacia el Oeste- en ocasiones atravesamos diferentes zonas horarias (en total hay 24 diferentes). Al hacerlo, nuestro cuerpo trata de ajustarse a ese nuevo periodo de luz-oscuridad para poder seguir funcionando correctamente. Sin embargo, este proceso de adaptación tarda bastante más que nuestro desplazamiento en avión al país de destino. Después de nuestra llegada, nuestro organismo permanece aún un tiempo funcionando con su “reloj” antiguo y esto es lo que hace que tengamos ganas de dormir a mitad de la mañana o estemos desvelados hasta altas horas de la noche.

            El Jet Lag es un problema independiente de la fatiga habitual que genera cualquier viaje en avión. Mientras que esta podemos preverla seleccionando un asiento con mejores condiciones en el avión, hidratándonos durante el vuelo, etc. El Jet Lag no puede ser evitado de manera anticipada. Lo que sí se puede hacer es llevar a cabo una serie de medidas antes, durante y después del viaje para reducir el tiempo que nuestro cuerpo tarda en ajustarse a los ritmos de nuestro nuevo destino.

1.Adelántate a los horarios. El cuerpo se adapta mejor a los cambios cuando estos son progresivos. Por eso, si tu destino está hacia el este, trata de adelantar gradualmente la hora en que te vas a acostar hasta alcanzar la del lugar. Si por el contrario, viajas dirección oeste, procura retrasar el momento de irte a dormir.

2.Cambia la hora de tu reloj nada más subir al avión. Este sutil gesto tiene un impacto psicológico importante: nos va “poniendo a tono” para horarios del sitio que vamos a visitar.

3.Acomódate a los horarios y actividades de tu destino. En este caso vale el donde fueres has lo que vieres. Así, si cuando arribas a puerto te encuentras que la gente está desayunando, desayuna; si está cenando, cena; y si está durmiendo, duerme (o inténtalo).

4.Evita la siesta. Es tentador echar una cabezadita para compensar la falta de descanso que nos produce viajar… pero solo empeora los síntomas y dificulta la adaptación al nuevo ciclo de luz-oscuridad.

5.Exponte a la luz solar de manera estratégica. No solo es agradable disfrutar de la luz natural, sino que esta también es esencial para la liberación de melatonina, la hormona reguladora del sueño por excelencia. Los niveles de esta sustancia incrementan en nuestro cuerpo con la oscuridad, alcanzan un pico en mitad de la noche y disminuyen con la luz del alba. En otras palabras, es la señal que avisa al cuerpo de que es momento de dormirse.

Si salimos a pasear bajo el sol de nuestro destino de viaje, estaremos inhibiendo la liberación de esta hormona en el momento en que es preciso que nos mantengamos despiertos y esto favorecerá un ajuste más rápido del organismo.

Algunos estudios indican que la administración de melatonina en forma de cápsulas podría ayudar a algunas personas a disminuir el malestar general asociado al Jet Lag.

6.Trata de mantener hábitos de vida saludables (aunque estés de viaje): alimentarse de comida sana, evitar comidas pesadas, reducir el consumo de alcohol, practicar ejercicio físico suave de manera regular, evitar los estimulantes (p. ej., el café), etc.

7.Crea las condiciones adecuadas para dormir bien en el lugar al que viajas. La oscuridad, el silencio, la temperatura moderada… son factores a tener en cuenta.

El estrés es un elemento que influye bastante en la cantidad y calidad del sueño. En relación a esto, durante los viajes existen dos condiciones que típicamente generan estrés. Por un lado, el hecho de dormir la primera noche en un lugar no familiar. Para solucionarlo puedes probar a llevar elementos familiares contigo como una almohada, una manta, una taza, etc. Por otro, la preocupación por la posibilidad de que algún estímulo (p. ej., el móvil) perturbe tu plácido sueño. En ese caso, además de cuidar las condiciones del entorno sería adecuado asegurarse de que se apaga el móvil o se desvían las llamadas a un contestador.

8.Si tienes un compromiso importante en tu lugar de destino (p. ej., una reunión de trabajo) trata de llegar con tiempo suficiente para permitir que tu cuerpo se acomode a la nueva zona horaria.

            Con estas medidas no haremos desaparecer el Jet Lag, pero al menos haremos el camino para adaptarnos menos tortuoso. La aplicación de estos consejos tiene sentido solo cuando atravesamos 2-3 husos horarios. En caso contrario el cambio no es tan radical y entonces parece ser mejor mantener los horarios del lugar del que partimos.