Por Verónica Martín

El glaucoma es una patología que daña las fibras del nervio óptico y que se presenta sin casi síntomas. Puede llegar a causar ceguera, por lo que la mejor manera de prevenir es hacer revisiones periódicas.

Muchos oftalmólogos la consideran el ladrón silencioso de la visión. Es el glaucoma y se trata de una patología ocular que, prácticamente, solo se puede detectar con revisiones periódicas. Los expertos alertan de su riesgo porque normalmente, cuando da síntomas ya es muy probable que esté muy avanzada y pueda derivar en una ceguera. En estos momentos, aunque la investigación está avanzando, no hay una cura efectiva contra esta enfermedad aunque si se diagnostica a tiempo, se puede parar la degeneración y tratar.

Se trata de una afección que según las cifras que recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la segunda causa de ceguera en el mundo tras las cataratas. De hecho, el 12% de los casos de ceguera en el mundo occidental se deben al glaucoma. Esto supone que en España más de un millón de personas puede padecerla y que, debido a su falta de síntomas, la mayoría de ellas no sabe que convive con esta patología.

El glaucoma se produce debido a una presión de las fibras oculares que dañan, de manera progresiva, las fibras del nervio óptico que forman parte de la retina en el fondo del ojo. Esto se produce lentamente sin dolor y sin afección notable de la capacidad visual.

Pese a estas cifras, se trata de una patología poco conocida aún y la conciencia social sobre su prevención y diagnóstico precoz es aún escasa. Una de las mejores maneras de prevenirla es conocerla y tener presente que, especialmente tras cumplir los 40 años, hay que realizar exámenes periódicos para detectarla.

Hay una serie de características que hacen que una persona sea más propensa a padecer glaucoma: tener antecedentes familiares y ser personas de edad avanzada (pues se suele dar tras los 50 años y es más frecuente a medida que se avanza en la edad). Otros factores de riesgo son la hipertensión arterial, la miopía, la diabetes, haber pasado tratamientos prolongados con corticosteroides, las enfermedades vasculares, los traumatismos o intervenciones quirúrgicas oculares. Además, también es una patología más frecuente en personas de raza negra.

Cuando la enfermedad se encuentra avanzada el paciente puede notar una disminución del campo visual. Es decir, no ve claramente a su alrededor, pero al ser algo progresivo la persona se va a acostumbrando y no suele darse cuenta. Una señal de alerta importante es cuando no se pueden ver, por ejemplo, todos los peldaños mientras se baja una escalera o se dejan de percibir objetos que se encuentran a más de 90 grados de la visión. La alarma, desgraciadamente, suele llegar cuando el paciente pierde la visión central, en ese momento suele ser demasiado tarde.

Control

La revisión ocular anual es la mejor manera de prevenir esta patología. Se trata de un simple examen de presión intraocular que se puede realizar en un centro médico con especialidad oftalmológica o en un centro atendido por ópticos-optometristas titulados. Un personal cualificado en una instalación homologada es quien nos debe atender en estos casos. Solo con esta revisión anual, se puede salvar a una persona de una ceguera segura.

En la actualidad hay muchas nuevas herramientas que permiten un mejor diagnóstico y detección precoz del glaucoma como es el caso de la tomografía de coherencia óptica, que se conoce por sus siglas OCT. Esta novedad permite estudiar el nervio óptico (tanto su parte central como en sus fibras) y llegar a las células ganglionares que antes se afectaban sin poderse detectar por falta de tecnología tan precisa.

Una vez que se ha diagnosticado, existen múltiples maneras de tratar de minimizar los daños con medicamentos en forma de colirio en los casos más leves o acudiendo a tratamiento quirúrgico con novedosos aparatos tipo láser.