El redescubrimiento de Canarias en el siglo XIV causó un gran revuelo en las cortes europeas. Las míticas islas afortunadas de las que habían hablado los romanos habían pasado de ser un mito a convertirse en reales. Grandes intelectuales del renacimiento, como Petrarca y Boccacio, escribieron poemas sobre las islas.

Pero también el redescubrimiento tuvo un peso en la política de la época. Así todas las cortes europeas e incluso el Papa Clemente VI supieron de la existencia de las Canarias. El Papa le da el derecho de conquista de Canarias, a través de la bula “Tuae devotionis sinceritas” a Luis de la Cerda. Aunque era miembro de la nobleza francesa contaba con raíces castellanas, ya que era nieto del rey Alfonso X El Sabio.

A Luis de la Cerda se le nombraba en la bula como “príncipe de la fortuna”, dándole no solo la posibilidad de ocupar el territorio sino también de de garantizar que se nombrarían obispos, sacerdotes y religiosos para la evangelización del territorio. Además se le daba plenos derechos para construir iglesias y monasterios en las islas. La sede del obispado se localizaría en la actual ciudad de Telde. Es por esto que también se conoce como el “Obispado de Telde”.

La bula también es el mejor ejemplo del desconocimiento que se tenía del archipiélago. No se sabe a ciencia cierta cuantas islas lo conforman. Tanto es así que en la bula el Papa estableció que eran 13 islas. Lo más llamativo de todo es que se nombran poniendo nombres basados en mitos y leyendas tanto medievales como de época clásica.

Tras los intentos infructuosos de Luis de la Cerda de conseguir apoyo económico y militar de los reinos europeos se abandona la intención de ocupar Canarias. En este momento los reyes no estaban interesados en expandirse por el Atlántico. Esto cambia en el siglo siguiente. Tras el fallecimiento de Luis de la Cerda  en 1348 el obispado de la fortuna se quedó en una intención. A pesar de ello la iglesia considera a esta diócesis como titular (es decir, que no tiene poder real, pero sí el título).

A pesar de ello poco después los mallorquines visitan las islas. Un grupo de navegantes y monjes se establecieron en la ciudad de Telde con los canarios. En este lugar algunos se casaron e incluso se dice que tuvieron hijos. Los monjes intentaron evangelizarlos. Sin embargo posteriores ataques de mercaderes de esclavos a Gran Canaria hizo encolerizar a los canarios. Los mallorquines fueron asesinados como venganza. Así queda claro en algunas crónicas de conquista. En ellas se recoge una leyenda sobre la llegada de barcos a Melenara de personas “extrañas” que vivieron con ellos un tiempo.