Por Paula Albericio
¿Saben? Si quedan personas buenas, el problema es que de forma consciente o no abusamos y se cansan. Y lo peor es que de no valorarlas no nos damos cuenta de que se fueron o de que ya no están ahí a no ser que necesitemos algo, y ni aun así recapacitamos y simplemente pensamos que el fallo está en ellas y no en el resto. Si practicásemos más la empatía y la reciprocidad, el mundo iría mejor. Porque quizá es hora de dejar de mirarse el ombligo, de dar las cosas por hecho y valorar con actos, no con palabras vacías ni con frases hechas lo que los demás hacen por nosotros y nosotros por los demás.
Quizá estás leyendo esto y te suena a berrinche o desahogo, pero se trata más bien de una invitación a la reflexión y para que pensemos un poco si estamos haciendo las cosas de forma correcta con quienes nos rodean. En un mundo de prisas y en el que parece que el narcisismo es la tónica que domina, encontrar a alguien que sigue siendo altruista es como un oasis en el desierto, aunque eso no signifique que esas personas que hacen el bien sin mirar a quien estén obligadas a ser un servicio permanente las 24 horas, no.
Tampoco son sólo buenas personas aquellas que trabajan en una ONG o que recorren el mundo ayudando a los más necesitados, que obviamente no le restamos méritos ni mucho menos. ¿Pero te has parado a pensar en la cantidad de pequeños gestos cotidianos de ayuda y que pasan desapercibidos? Un familiar, un amigo, un compañero de trabajo, tus vecinos e incluso desconocidos.
¿Alguna vez has ido al supermercado con prisas y al ir a pagar te falta dinero y la señora de detrás de ti en la cola de la caja te lo ha dado sin que ni siquiera se lo pidas? O ese chico que sabe que su mejor amigo está pasando un mal momento económico y quizá no lo puede ayudar a pagar el alquiler o la avería del coche, pero sin decir nada lo invita a cenar, al cine o le cede su auto… Y así te podría dar mil ejemplos más.
Repetimos muchas veces al día que la gente se ha vuelto egoísta o que cada vez lo es más y en cambio no nos paramos a recapacitar si ese egoísmo viene de la propia persona, de las circunstancias que la rodean o de que nosotros mismos con nuestra actitud hacemos que se vuelvan así.
Créeme si te digo que aún queda gente buena y probablemente te encuentres con bastante a lo largo de tu día, la clave está no sólo en saber reconocer a esas personas, sino en valorarlas como se merecen, respetarlas, no abusar de ellas y cuidarlas para que no se desgasten, porque en esta vida nada es eterno y muchas veces las personas que se pierden es por no saberlas cuidar. No es que la gente cambie para mal, es que quizá seas tú quien deba cambiar para que el resto siga igual o al menos como tú quieres.