Por David Lorenzo

También conocido como “problema canario” nos ha perseguido desde hace casi dos siglos. ¿Pero cómo surgió? Ya desde la conquista las elites comerciales canarias habían tenido conflicto entre ellas. La competencia entre islas había llevado muchas veces a quejas pero eran puntuales y se solucionaban rápidamente.

Pero el problema fue a peor a comienzos del siglo XIX. Cuando en 1833 se confirmó que la capital provincial iba a encontrarse en Tenerife comenzaron los conflictos con Gran Canaria. Las elites grancanarias no podían entender que el gobierno nacional se hubiese inclinado por colocar la capitalidad en Santa Cruz de Tenerife. La primera actuación de Gran Canaria fue intentar que los mandatarios de Madrid cambiaran de opinión. Pero, como vieron que no lograban cambian la estrategia. Comienza a exigirse la división provincial.

Poco a poco se fueron involucrando también las clases populares. Ya no solo era un conflicto entre las elites de Tenerife y Gran Canaria, sino que incluía a toda su población. Uno de los principales precursores de este nuevo conflicto, que incluía al pueblo, fue de Fernando León y Castillo. Esto garantizaba que se mantuviera latente y con fuerza el ideal divisionista. Los mandatarios de Tenerife, por su parte, también lograron  que las clases populares les apoyaran en la defensa de la provincia única con capital en Tenerife.

La ley de cabildos, como pudimos ver en otro artículo, intentó solucionar este problema. Uno de las principales intenciones de esta ley era acabar con los conflictos entre Tenerife y Gran Canaria. Los cabildos adquirirían las competencias administrativas propias de la diputación de Tenerife. Con ello se acababa con una de las principales quejas para la división, la lentitud administrativa que a veces había al hacer determinadas gestiones de obligado paso por Santa Cruz.

Todo hacía pensar en 1912 que una vez firmada la ley se acabaría un problema que había durado ya mucho tiempo. Pero no fue así. Gran Canaria seguía exigiendo la división provincial, que finalmente llega en 1927. Sin embargo aún así el problema canario no desapareció. Tenerife exigió ser compensada de alguna forma, logrando recuperar la universidad ese mismo año.

Pero el problema no se había zanjado. Durante el franquismo hubo ciertas tensiones, aunque fueron llevadas en secreto y sin apenas impacto en la prensa. La mayoría de las veces el conflicto se veía reflejado en los partidos de fútbol entre el CD Tenerife y la UD Las Palmas. El problema canario vuelve a activarse de nuevo plenamente con la llegada de la democracia. La forma en la que debía organizarse la recién nacida autonomía vuelve a generar tensión entre islas. En qué islas debían encontrarse las consejerías más importantes, donde debía estar la sede del parlamento, etc., volvieron a traer conflictos. Esto se ve claramente en la prensa de la época.

Poco ha cambiado la cosa desde este momento. Las tensiones entre las dos capitales y entre las dos islas son comunes y es raro el año en el que no hay críticas de trato de favor a una u otra isla. Todos nos hemos acostumbrado a ver en los periódicos de cada isla portadas donde se quejan que reciben menos inversión anual que la otra isla.