Cuando fallece Guillén Peraza, mientras intentaba conquistar La Palma, su familia se sintió desolada. Además de perder al primogénito del linaje se puso en peligro la sucesión y la conquista del resto de Islas (La Palma, Tenerife y Gran Canaria). Este problema se solucionó cuando los derechos señoriales recayeron en Inés Peraza.

Cuando Inés Peraza recibió el título de señora única del Archipiélago tras la muerte de su padre (Hernán Peraza) y su hermano (Guillén Peraza), se evitó la división del señorío entre varios herederos. Ella se casó con Diego de Herrera, cuya familia de origen nobiliario contaba con gran cantidad de tierras en Andalucía, de una hacienda en un espacio limítrofe con Portugal (una arquería), además de propiedades en la zona de la Cernada (una zona de Andalucía famosa por tener una gran producción agraria). La familia herrera también era propietaria de pequeñas embarcaciones y poseían cargos en las cortes andaluzas.

Inés Peraza y Diego de Herrera se centraron en llevar una política de consolidación sobre los territorios canarios conquistados. Cuando se controla definitivamente La Gomera (donde hubo problemas con la población isleña), se van a interesar en conquistar la Islas que faltaban. Para ello, querían usar una nueva estrategia. Consistía en llegar a un trato con los aborígenes, prometiendo que mantendrían sus derechos. Uno de sus mayores éxitos fue que el rey Enrique IV de Castilla les garantizó el derecho de conquista para Tenerife, Gran Canaria y La Palma, así como la posibilidad de invadir ciudades de la costa africana (aunque el monarca estuvo a punto de darle este derecho y el de conquista a los Condes de Autouguía y Villa Real). Esta es la etapa de mayor auge de la familia Herrera-Peraza, puesto que tenían la posibilidad de ocupar una gran extensión de tierras. En caso de que hubiesen conquistado estos territorios se habrían convertido en uno de los mayores señoríos castellanos.

Los Reyes Católicos marcaron relaciones con la familia Guillén-Peraza con la intención de ocupar las islas que quedaban sin conquistar

Cuando llegan al poder los Reyes Católicos en la década de los 70 del siglo XV empieza el interés de la corona por ocupar las islas que todavía no habían sido conquistadas. Ante la falta de recursos militares y económicos de la familia Herrera-Peraza, la corona decide actuar. Y querían que fuera lo antes posible. Los portugueses, enemigos en ese momento de España, amenazaban con dominar de Tenerife, Gran Canaria y La Palma, al no estar bajo control de los reyes. El principal escollo que se debía salvar en la corte era cómo se podían conquistar estas islas sin entrar en conflicto con la familia Herrera-Peraza, que tenía el pleno derecho de conquista de todo el Archipiélago.

La solución llega cuando Esteban Pérez Cabitos, en 1476 escribe un documento en el que confirma que existe este derecho señorial, pero afirma que la monarquía puede dominar estos territorios si la familia nobiliaria lo aceptaba. Así definitivamente, tras algo de presión, los Herrera-Peraza ceden el poder de conquista de Tenerife, Gran Canaria y La Palma a la corona. En los años posteriores se van a ir conquistando esta tres islas, que se van a adherir al reino de Castilla y que van a ser conocidas como de realengo para diferenciarlas de las islas conquistadas por los nobles o de señorío (Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro).

Para saber más:

  • Trujillo Cabrera, José Episodios gomeros del siglo XV. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Gráficas Tenerife, 1969