Texot: Fabián Sosa
Fotos: Rocío Eslava
En Granada, cada paso es un viaje entre épocas, donde las piedras parecen susurrar historias centenarias. Una de las paradas ineludibles de la ciudad es sin lugar a dudas El Albaicín. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, este barrio es el que mejor conserva el legado nazarí de la ciudad. Sus empedrados callejones serpentean colina arriba entre casitas blancas de cuyas fachadas cuelgan floridos balcones. Perderse en este barrio laberíntico significa encontrar aljibes centenarios, rincones de lo más pintorescos y miradores que hacen que valga la pena afrontar cada una de las empinadas cuestas que conducen hasta ellos. Uno de esos miradores es el de San Nicolás, que es precisamente el punto culminante de este recorrido. Desde aquí se puede disfrutar de una de las mejores vistas de la Alhambra, que se alza majestuosa al otro lado del río Darro con Sierra Nevada siempre como telón de fondo.
Cerca de allí, encorsetada entre edificios del centro de la ciudad, se halla imponente la catedral de Granada, toda una joya renacentista que contrasta con la arquitectura morisca del Albaicín. Mandada a construir por los Reyes Católicos en 1523 tras el fin de la Reconquista, esta obra, emplazada en el lugar donde se encontraba la antigua mezquita mayor, simboliza la victoria cristiana y la consolidación del poder de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón tras la incorporación a la corona del reino de Granada. Sin embargo, sería Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, quien continuaría con el proyecto, que no culminaría hasta 1704. Esta monumental edificación renacentista refleja la transición de la Granada musulmana a la cristiana, con su majestuosa fachada y un interior que sigue deslumbrando a viajeros y visitantes.
Tras un recorrido por algunos de los rincones más emblemáticos de la ciudad, el Mercado de San Agustín se presenta como el lugar ideal para hacer una pausa y sumergirse en los sabores de Granada. Este moderno mercado ha sabido adaptarse a los tiempos y ofrece una experiencia gastronómica que va más allá de la compra de productos frescos. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de una variedad de platos que van desde la cocina tradicional andaluza, con sus famosas tapas, hasta propuestas internacionales, todo preparado con ingredientes de primera calidad. Un espacio donde tradición y modernidad se dan la mano e invitan a relajarse y degustar lo mejor de la oferta local.
Melancolía y ámbar a la vera del Darro
Una vez entrada la noche, cuando la ciudad recupera su silencio y la luz ámbar de las farolas envuelve las calles, deambular por el paseo de los Tristes se convierte en un plan de lo más inspirador. A orillas del Darro y a los pies de la Alhambra, este camino debe su nombre a las antiguas procesiones fúnebres que lo atravesaban rumbo al cementerio de San José. Hoy, es un rincón de calma donde el agua y la piedra susurran historia.