Texto: Galo Martín Aparicio

Tabernas ha pasado de ser un fondo marino hace millones de años a convertirse en un desierto almeriense. Un paraje natural en el que se han registrado movimientos geológicos a lo largo del tiempo y que en las décadas de los sesenta y los setenta se convirtió en una localización cinematográfica en la que se rodaron infinidad de películas, sobre todo del género spaghetti western dirigidas por Sergio Leone.

Un cuarto de la superficie terrestre está ocupada por desiertos. Territorios inhóspitos, yermos, esteparios, arenosos, rocosos y helados. Entornos secos unos y congelados otros en los que el agua apenas se precipita, azotados por el viento y expuestos a temperaturas extremas, tanto abrasadoras como polares. Hábitats que hay en todos los continentes y en los que sobrevivir es una hazaña inimaginable: el Sáhara, Gobi, Atacama, Sonora, Namib, Kalahari, Arabia, el Antártico y el Ártico; estos dos últimos son los desiertos más extensos del planeta. El de Tabernas es especial porque está considerado como la única zona desértica de Europa y porque allí se rodaron algunas películas que han marcado a un par de generaciones: las tres de la trilogía del dólar y Lawrence de Arabia

A diferencia de los desiertos mencionados, Tabernas parece uno de juguete. Sus dimensiones, al contrario que sus condiciones climatológicas y ambientales, lo humanizan. Doscientos ochenta kilómetros cuadrados de extensión protegida, una longitud este-oeste que no supera los treinta kilómetros y una anchura que varía entre los seis y los diecisiete kilómetros. Una superficie en la que las precipitaciones no alcanzan los doscientos cincuenta milímetros anuales y la temperatura media es superior a los diecisiete grados. Un paisaje marrón y arcilloso decorado con formas geológicas singulares fruto del impacto de las fuerzas de la naturaleza y el paso del tiempo; microcráteres, cárcavas, taludes, torrenteras, chimeneas de hadas, surcos o regueros y ramblas. Cursos de ríos secos de origen torrencial, las conocidas como badlands.

Esa misma singularidad geológica está presente en la flora de Tabernas. Sus especies características son el arbustillo perenne, la siempreviva morada y la parásita y curiosa Cynomo rium coccineum, de color rojizo. En cuanto a fauna, lo que predominan son las aves: el vencejo real, el avión roquero, el roquero solitario o la grajilla, que se pueden observar, sobre todo, en los cursos de las ramblas o en las paredes donde encuentran lugares para refugiarse y nidificar. También hay aves esteparias, como el alcaraván, la ganga y la cogujada. A ras de suelo habitan varias especies de reptiles como la lagartija, la culebra y el lagarto, y mamíferos como el zorro, el conejo, el lirón careto y el erizo.

La trascendencia internacional del desierto de Tabernas se debe a que en las décadas de los sesenta y los setenta fue una importante localización cinematográfica en la que se rodaron numerosas películas de aventuras y, sobre todo, del género spaghetti western, muchas de ellas dirigidas por Sergio Leone, cineasta romano que revolucionó el género con su trilogía del dólar, conformada por los filmes Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo.

Los estudios de producción se decantaron por el almeriense desierto de Tabernas para rodar sus películas por sus trescientos días de sol al año y por el parecido de su paisaje con el de las llanuras del oeste de los Estados Unidos. Algunas de esas localizaciones son la rambla Viciana y la de Indalecio, que aparecen en La muerte tenía un precio, y el llano del Duque, una explanada del desierto que es la imagen con la que comienza La muerte tenía un precio y que también aparece en El bueno, el feo y el malo.

Sergio Leone, además de aprovechar el entorno natural para rodar sus películas, construyó poblados y oasis artificiales que hoy permanecen y se pueden visitar: el Oasys MiniHollywood, Fort Bravo y Western Leone. En cuanto a otros géneros de películas cabe destacar Lawrence de Arabia, de la que se rodaron varias escenas en un oasis artificial construido en la rambla del Cautivo. En el cañón de la Luna y la rambla del Búho se rodó parte de la película Indiana Jones y la última cruzada. En diferentes parajes del entorno se grabaron secuencias de Vivir es fácil con los ojos cerrados, Shalako y La colina. Los localizadores de la serie Juego de Tronos se decantaron por la rambla del Cautivo y una cantera próxima a los karsts de yesos para rodar varias escenas. 

Fue tanta la incidencia del cine en Almería que en la década de los sesenta se construyó el aeropuerto para facilitar los rodajes cinematográficos internacionales. Sin embargo, el coche es el mejor medio de transporte para adentrarse en el desierto. La localidad de Tabernas es su principal puerta de acceso y la carretera A-92 es la que lo atraviesa.

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