El berro un icono por excelencia del recetario tradicional de Canarias. Agasajador en modo potaje, con gofio o queso blanco, ha calado en creativas propuestas de la alta cocina. Así que la olla no tiene la exclusividad y lo hallaremos en panecillos artesanos, en mayonesa o mantequilla con curri, en croquetas, en gazpachos verdes y en curiosos rollitos de primavera con chutney de tomate. 

Todas sus propiedades, entre ellas la de «sentar las madres», han sido atesoradas por generaciones que se han ceñido a la frase inapelable de «“¡como el potaje de mi madre…!». «El berro de fuente o de agua (Nasturium officinalis R Br) es la variedad cultivada en el Archipiélago y la más nutritiva», apunta el rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Lluís Serra, en su condición de catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública.

Representante de la despensa verde de las Islas, se significa por su eficacia como género desintoxicante, depurativo y fortalecedor, y con propiedades nutritivas que han sido aprovechadas también en crudo para platos fríos.

Mastuerzo de agua, agrón, zaporra, erreka, créixens… Formas de llamar al berro a las que podemos agregar el jaramago, con rico uso culinario en Gran Canaria y al que se le atribuyen propiedades medicinales. De esta isla cabe mencionar la frondosidad de estos manojos agasajadores en Firgas (donde antiguamente se cultivaba en el cauce de los barrancos), mientras que el bálsamo estomacal es célebre en La Gomera, donde cada maestrillo tiene su librillo.