Por Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

Dolores Corbella (Santa Cruz de Tenerife, 1959) ocupa el asiento «d» en la Real Academia Española (RAE) y es la primera mujer canaria en entrar en la institución. Es catedrática de Filología Románica por la Universidad de La Laguna, y su línea de investigación se ha centrado en lexicografía diferencial. Asimismo, es autora de más de ciento treinta artículos académicos. Ante todo, Corbella es una arqueóloga de las palabras y de cómo estas eran en un primer momento.

¿Cómo comenzó su historia con la filología hispánica?

Tuve una profesora de filología latina en el instituto que me abrió las puertas de su biblioteca y aprendí muchísimo latín con ella y también pude leer mucho para aquella época. Y eso hizo que yo me decantara por las letras. Pero sobre todo por filología clásica. Cuando llegué a la universidad conocí a otros profesores y eso fue lo que hizo que me dedicara a la filología hispánica y dentro de mi especialidad, la filología románica.

¿Cómo se siente con su reciente nombramiento de la RAE?

Como dijo el último premio Cervantes, Rafael Cadenas, «es un honor que me sobrepasa». Esto desde luego no es un Premio Cervantes, pero para mí ha sido todo un honor el que hayan pensado en mí y que como lexicógrafa pueda aportar algo a la Academia y que pueda ayudar para mejorar los diccionarios. Me hace mucha ilusión este reconocimiento a un trabajo ya de más de treinta años.

Una de sus líneas principales de trabajo es la de análisis del léxico dialectal. Cuéntenos en qué consiste y por qué se decidió por esta.

Sobre todo me he especializado en hacer diccionarios sobre el español de Canarias. Me decidí a ello precisamente porque era lo que tenía más cercano. Aquí tenemos bibliotecas magníficas como la de la Universidad de La Laguna, la municipal de o la del Museo Canario y archivos, y todo ello nos vale para averiguar la historia de nuestras palabras. Lo que he ido haciendo es descubrir esa historia a través de los textos escritos, porque para la parte antigua no tenemos otra forma de acceder a ella más que mediante la documentación. A finales del siglo XV ya tenemos [documentación], aunque también hay algo anterior a esa época en otros archivos. Se podría decir que hemos estudiado como seis siglos de historia de nuestro léxico.

«La lengua es de todos y siempre digo que es el elemento más democrático que tenemos»

¿Alguna curiosidad o palabra que pueda contarnos de esos seis siglos de historia?

Hay muchísimas. Por ejemplo: la primera palabra que tenemos en un texto documentado en un texto español es guanil, que significa ganado salvaje. Hoy en día es un término que está relegado a la ganadería. Pero ya la tenemos documentada antes de la primera mitad del siglo XV. También otra palabra muy curiosa que nos es cercana a todos nosotros: malpaís. Se encuentra documentada hacia finales de siglo XV, pero también la usaron en la forma francesa los primeros conquistadores, Jean de Béthencourt y Gadifer de la Salle; apareció por primera vez en el texto Le Canarien, del 1402 al 1404. Ahí hablaban de mauvais pays y fort pays, en el sentido de un mal terreno o zona mala para caminar.

¿De qué investigaciones se siente más orgullosa?

Sí, hay algunos como, por ejemplo, el Tesoro lexicográfico del español de Canarias, que se publicó en 1992 y fue patrocinado por el Gobierno de Canarias y la RAE; marcó un hito dentro de la lexicografía canaria. Por primera vez se recogió todo lo que se conocía de léxico canario. Fue como el comienzo de la lexicografía canaria que se desarrolló posteriormente. Luego está también el diccionario histórico de canarismos, un diccionario léxico que supone un compendio de todo nuestro patrimonio.

¿Qué labores llevará a cabo ocupando el sillón «d» en la RAE?

Lo lógico es que por mi formación, soy lexicógrafa, me dedique a los proyectos y trabajos de lexicografía de la Academia, o bien al diccionario general o al histórico. He trabajado en el Diccionario histórico del español de Canarias y creo que por ahí irá. De todas formas ya me asignaron una comisión dentro de la Academia para trabajar unas determinadas palabras y poco a poco voy viendo cómo es el trabajo allí dentro.

¿Cómo ve la evolución de la lengua? Cada vez usamos más anglicismos…

Yo creo que no hay riesgo a perder nuestra identidad. Simplemente el mundo y la tecnología va cambiando y la informática se ha integrado en nuestras vidas. Hoy en día estamos hablando de inteligencia artificial y muchos de esos términos vienen del inglés. Hay que adaptarlos y nosotros conforme a los cambios también nos vamos adaptando. La lengua es un reflejo de la sociedad. Ya no usamos determinadas palabras. En casa, por ejemplo, siempre se usaba un fonil, mientras que ya no se usa. Porque apenas tenemos foniles en casa. Y en todo caso nuestros hijos quizás se refieran a ello como embudo, si es que lo reconocen. Hoy hay ordenadores y tenemos que adaptarnos a las nuevas tecnologías y a lo que la evolución de la sociedad va demandando. Creo que en la RAE, por lo que yo he visto y lo que pienso, vamos observando cómo va cambiando la lengua. Y en la medida de lo posible, de esa observación se describe cómo son esos nuevos términos y si la gente los va aceptando. Si la mayoría de la población los acepta nosotros tenemos que ser descriptivos y nos prescriptivos. No puedes imponer una determinada manera de hablar. La lengua es de todos y siempre digo que es el elemento más democrático que tenemos. Porque todos vamos avanzando y vamos cambiando la lengua y adaptándola a nuestras propias necesidades.