Texto por Enrique Areilza*

Ilustración por Ilustre Mario

 El autocontrol es la capacidad de regular nuestros impulsos voluntariamente. Como otras muchas capacidades, se entrena, y cuando dejamos de hacerlo desciende y en ocasiones acarrea consecuencias con diferentes efectos en nuestras vidas y en las de los demás. La clave está en que el control de emociones, sentimientos y comportamientos sea voluntario, es decir, podemos gobernarlos con voluntad.

Todos hemos hablado mucho sobre la reacción de Will Smith en la gala de entrega de los premios Oscar. Muchos incluso habrán cambiado su percepción del actor. Quizás hasta su propia mujer: su cara al cabo de unos minutos era cuando menos expresiva. En el lado contrario todos admiran a Rafa Nadal y el control sobre sí mismo en momentos adversos de partido. ¿¡A quién no le gustaría parecerse a él!?

A priori podríamos pensar que el autocontrol es una capacidad innata heredada genéticamente y quizás lo sea en parte. Sin embargo, lo que sí sabemos hoy de forma cierta es que es entrenable. Andrés Huberman, neurocientífico de la Universidad de Stanford, explica el porqué y el cómo.

Huberman nos introduce en la parte fisiológica indicando los circuitos neuronales de acción y pensamiento alojados en el ganglio basal. Un circuito se responsabiliza de que entremos en acción, lo que define como GO, y el circuito espejo nos impulsa a pensar; lo define como NO GO. Ambos se activan mediante la dopamina. La cuestión es que durante la infancia alguien (padres, profesores…) se encargan de que entrenemos el circuito NO GO, pero cuando somos adultos ya nadie nos supervisa. Y no solo eso, nuestra realidad actual de acción inmediata, de recompensa inmediata, de distracción inmediata, nos lo pone aún más difícil.

Me gustó especialmente uno de sus ejemplos referente a los niños pequeños, que, aun cuando están quietos, se están moviendo (GO) y la típica frase «niño, estate quieto». O aquello de «no te levantes hasta que acabe todo el mundo de comer». Y por supuesto «niño, no interrumpas…». Todos ellos, ejemplos del entrenamiento NO GO.

Es paradójico que ahora no podamos parar de mirar la bandeja de mail, coger el móvil y revisar el whatsapp o las redes, dejar una tarea a medias para pasar a otra o para tomar un café o para cualquier cosa. Incluso cuando navegas por Instagram le das al scroll con tanta desesperación que tienes que volver atrás porque casi te pierdes algo interesante, y por supuesto dejas atrás mucho de lo interesante. Estamos abducidos por el GO.

En estos ejemplos de limitado autocontrol no se producen consecuencias graves, al menos a corto plazo. En el medio plazo puede incluso que pierdas el trabajo por baja productividad.

Hay otras formas de pérdida de autocontrol muchísimo más graves y de nefastas consecuencias, todos las hemos padecido o las hemos visto. Pero vayamos a lo positivo: cómo volver a engrasar el circuito. Nos han parecido francamente útiles las técnicas de Huberman, pero antes vamos a contar un remedio infantil, la técnica de la tortuga. Es muy gráfica. Se trata de indicar al niño que ha entrado en una situación adversa que emule a la tortuga. La primera acción es, como la tortuga ante el peligro, meterse en su caparazón imaginario: físicamente se le indica al niño que imite a una tortuga haciéndose una bola. La segunda fase es conseguir que relaje sus músculos, lo que es incompatible con la tensión muscular necesaria para mostrar una conducta agresiva; esto le llevará a relajar su mente.

Espero que no me vea nadie haciendo la tortuga en la oficina cualquier día de estos de estrés. Como decíamos, Huberman tiene su propia receta. Él cuenta que entrena su circuito NO GO realizando veinte o treinta pequeñas acciones diarias de inactividad. Estos son algunos de sus ejemplos: evitar mirar el móvil, no leer el correo más de dos o tres veces al día, permanecer enfocado en una tarea por periodos de noventa minutos sin levantarse bajo ninguna circunstancia, retrasar un café o un picoteo, mantener el plan, pensar antes de actuar, meditar (esto es un NO GO en toda regla).

Cuidado, que eso no quiere decir que debamos descuidar el circuito del GO, claro que tenemos que actuar, incluso debemos entrenar la acción cuando la tentación es la inacción (salir a correr, realizar esa tarea soporífera, etc.).

Por último, no queremos dejar pasar la relación es este artículo con otro anterior en el que hablamos del experimento de las nubes o marshmallows, en el que se medía la capacidad de retrasar la recompensa en favor de una mayor. Pues bien, contra todo pronóstico este estudio ha demostrado que los jóvenes de hoy son mejores en esto que sus padres. Los investigadores proponen el siguiente razonamiento: «Creemos que el incremento del pensamiento abstracto, junto con la creciente inscripción preescolar, los cambios en las prácticas de crianza y, paradójicamente, las destrezas cognitivas asociadas con las tecnologías de pantalla, podrían estar contribuyendo a las mejoras generacionales para postergar la gratificación».

Ya lo ven, cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor.

* Dream Team Executive Search