Por Julia Laich

 

El Parque Rural de Teno está situado en el extremo noroccidental de Tenerife y es probablemente uno de los espacios más sorprendentes de la Isla. La zona que rodea al pequeño pueblo de Teno Alto, en particular, es una mezcla de paisajes dispares. Bosque de laurisilva, áreas de tabaibal-cardonal, retamales, un paisaje lunar muy característico y majestuosos acantilados componen la región en perfecta armonía.

Llegar a Teno Alto por carretera es posible tan solo desde el año 1972. Si bien su prolongado aislamiento supuso una serie de problemas para sus habitantes, también es, muy probablemente, uno de los grandes motivos de su actual belleza. Hoy en día podemos llegar al caserío en coche desde la localidad de El Palmar, a través de una carretera sinuosa que ofrece unas vistas inigualables.

El paisaje varía según avanzamos. La primera panorámica que nos ofrece es la del valle de El Palmar, algo poblado, de colores verdes, amarillentos y rojizos, salpicado de algunos viñedos y otros cultivos. A medida que subimos y nos alejamos del valle, nos adentramos en un bosque de laurisilva, muchas veces cubierto por las nubes que traen los vientos alisios. La carretera acaba y llegamos a la pequeñísima población de Teno Alto, ubicada a 770 metros sobre el nivel del mar y perteneciente al municipio de Buenavista del Norte, que cuenta hoy con menos de un centenar de vecinos. Está formado por pequeñas casas, algunos bares y restaurantes, una pequeña iglesia y una plaza. Más allá, el paisaje se transforma y reinan las tabaibas, los cardones y las tuneras. Grandes acantilados, hogar de muchas aves, ponen fin al terreno y nos permiten ver el mar.

Tomando Teno Alto como punto de partida, son varias las actividades que se pueden realizar. Vale especialmente la pena visitar esta parte de Tenerife en las diferentes estaciones del año para observar cómo la vegetación se transforma y cambia por completo los colores del paisaje: del verde intenso del invierno pasa a los tonos amarillentos y secos del verano.

Un pasado ganadero y agrícola

La zona que rodea a Teno Alto tuvo su época de esplendor en el cultivo de cereales y el pastoreo. De aquella actividad agrícola y ganadera quedan en pie muchas de sus estructuras: aún se pueden observar, perfectas y organizadas, las paredes que contenían las huertas y terrazas. También es posible encontrar algunas eras, construcciones circulares de piedra donde se trillaba y aventaba el cereal, y tagoras, estructuras de piedra de tres paredes donde los pastores se refugiaban de las inclemencias del tiempo.

El cultivo de cereal en la zona se ha perdido prácticamente por completo, pero sí queda cierta actividad ganadera caprina destinada, principalmente, a la producción de queso. Caminar desde Teno Alto hasta la quesería Naturteno, para probar su queso fresco o ahumado con madera de brezo, es uno de los atractivos más interesantes para conocer la producción quesera del lugar y para aquellos que busquen disfrutar la gastronomía local.

Senderismo en Teno Alto

El senderismo es indudablemente el reclamo más grande de la zona y existen rutas para todo tipo de caminantes. Una de las más conocidas, y la que permite disfrutar mejor de los acantilados, es la que parte de Teno Alto y termina en Teno Bajo. Es de dificultad media-alta y se puede realizar de manera circular o bien acabar con un chapuzón refrescante en la punta de Teno (aunque, en este caso, hay que hacer una planificación inteligente del transporte).

También es posible realizar, entre muchísimos otros, un sendero circular desde El Palmar hasta Teno Alto atravesando la laurisilva y pasando por los altos de Baracán; o, con algunos kilómetros más de recorrido, llegar hasta San José de Los Llanos.

Un paisaje lunar sorprendente

El paisaje lunar de Teno Alto es quizás uno de los más desconocidos por los propios habitantes de la Isla. Pasando la iglesia de Teno Alto parte una pequeña carretera hacia la derecha que nos lleva hasta el paisaje en cuestión. Abarca un espacio reducido, pero no dejan de ser sorprendentes sus formas, colores y texturas, que nos transportan, como bien indica su nombre, a la Luna.