Por Pablo Checa. Fotos cedidas por Casa-Museo Pérez Galdós

En 1871, huyendo de los calores del estío madrileño, Benito Pérez Galdós, atraído por la lectura de Escenas montañesas, de José María Pereda, decidió pasar el verano en Santander junto a su hermana Concha y su cuñada Magdalena «la Madrina». Instalados en La Europa, una fonda cercana al puerto, el encuentro fortuito de Galdós con Pereda uniría para siempre al primero con Santander a través de los fuertes lazos de amistad que alentaron al escritor canario a volver cada año de veraneo a la ciudad montañesa.

En 1843 nació Benito Pérez Galdós en Las Palmas, donde vivió hasta que con diecinueve años viajó a Madrid para estudiar Derecho. Durante sus primeros tiempos madrileños, Galdós hizo la vida de los estudiantes canarios: sobrevivir en fondas y pensiones, y viajar a sus islas solo una vez al año, en las vacaciones estivales.

La muerte en 1870 de Domingo, su hermano mayor y padrino de bautizo, hizo que la esposa de este, Magdalena Hurtado de Mendoza, abandonara Las Palmas y formara en Madrid el «hogar canario» de los Pérez Galdós junto a Benito y sus hermanas Concha y Carmen, con sus cuatro hijos.

Los veranos, desde julio hasta octubre, los pasaban en Santander, donde Galdós aprovechaba para tomar baños en la playa del Sardinero y olvidar «los libros, los periódicos y demás cosas del invierno que le dan jaqueca». En una pequeña ciudad a la orilla del mar con un puerto abierto al resto del mundo y un clima benigno en verano, los Pérez Galdós se sintieron como en su lejana patria chica (años después, Galdós diría que Santander era su segunda patria).

Pereda introdujo al joven Galdós en el ambiente cultural de aquella «pequeña Atenas» y también lo invitó a recorrer Cantabria. Fruto de la excursión realizada por ambos en 1876 es el relato titulado Cuarenta leguas por Cantabria, editado varias veces en vida de Galdós y en 2020 por el Cabildo de Gran Canaria con fotos de Ángel Luis Aldai.

En 1891 Galdós compró unos terrenos frente al Sardinero y él mismo diseñó los planos iniciales de una vivienda. Situada en la península de la Magdalena, la construcción finalizó en 1893 y la casa fue bautizada como San Quintín, por ser esta la primera obra que Galdós terminó de escribir en ella. Iniciativa de la tertulia que allí se reunía fue plantar un árbol con el nombre de las obras recién publicadas: un manzano, Ángel Guerra; un peral, Zaragoza; una higuera, Doña Perfecta; un guindo, Miau; un pino, Nazarín; un ciprés, Torquemada… El primero, un laurel, lo había plantado Pereda.

La vida en San Quintín transcurría entre el descanso, los viajes y la escritura. Don Benito se levantaba muy temprano, desayunaba y trabajaba en el gabinete hasta la hora de bajar a la huerta, donde pasaba largas horas descansando, con el cultivo de flores y plantas y el cuidado de los animales. Por la tarde, a las cinco, tertulia con amigos y, al llegar la noche, muy temprano a dormir.

Recuerda el doctor Marañón que «a la caída de la tarde se entraba en la casa y el escritor se sentaba ante el armonio, y don José [su sobrino] ante el piano, y ambos ejecutaban piezas de Beethoven, de Mozart y de Bach, entre sus preferidos», pero, al perder la vista, don Benito dejó de tocar el armonio.

El estudio era un museo de recuerdos con retratos dedicados, cuadros, cerámicas, porcelanas y dibujos que solía hacer a lápiz. También cultivó la acuarela y el óleo y en Santander pintó marinas y escenas del puerto… En la pared estaba colocado el plato regalado por la colonia canaria en 1883 y cerca del ventanal colgaba el pequeño barquito regalado por sus paisanos en el último viaje a Las Palmas, en el otoño de 1894.

Esta vivienda, que estuvo destinada a ser su Casa-Museo, fue vendida por su hija María en 1940 y sucumbió bajo la piqueta destructora llevándose el recuerdo santanderino de nuestro escritor. Afortunadamente, gran parte de su mobiliario, documentos y otros objetos fueron trasladados a la Casa-Museo Pérez Galdós, en Las Palmas de Gran Canaria, donde podemos contemplarlos en la actualidad.

Plácido y Pablo Checa, autores del libro La ciudad de Galdós. Las Palmas de Gran Canaria ayer y hoy.