Por David Sendra Domènech

Fotografías por Janite

La culinaria gallega es intensa y extensa y la de Vigo es especialmente representativa: recetas sencillas y con alta calidad en la materia prima; mucho marisco y pescado, pero dándoles importancia a los productos de la huerta. Una cocina variada y saludable.

En Vigo uno encuentra una auténtica experiencia gastronómica única donde los mariscos de la ría son habitualmente epicentro de la explosión de sabores. La culinaria se vive tan intensamente que son numerosas las romerías y fiestas para celebrarla, como, por ejemplo, la Festa do Marisco de Cortello, la Festa do Cabazo o las Fiestas del Mejillón (en septiembre) y de las Sardinas (en agosto).

Por su espectacular localización, el gourmand se sentirá mimado gracias a la diversidad de productos de huerta, carne y pescado. Del mar y la ría nos llegan las cigalas, nécoras, centollas, los percebes, camarones, pulpos (de textura y sabor inigualables), chocos, calamares, mejillones (con Denominación de Origen) y las deliciosas ostras. Esas dos últimas se crían en las más de 3000 bateas que acaban nutriendo los mejores restaurantes. Uno no puede irse de Vigo sin haber experimentado los mejillones al vapor o el pulpo «á feira», la empanada de zamburiñas y el choco en su tinta o alguna de las más de 75 especies de pescados que llegan bien temprano a la Lonja de Vigo y de ahí, superfresco, a los restaurantes. De la tierra viene la carne de ternera gallega con Indicación Geográfica Protegida y los productos del cerdo (especialmente del porco celta), así como los quesos clásicos como el de tetilla, pero también frutas y verduras de temporada (no te pierdas los pimientos de Padrón o los grelos, famosos en el lacón). Aprecia también los licores (queimada, sin duda) y los vinos con Denominación de Origen Rías Baixas (te recomiendo visitar un furancho para probar el vino joven). Dos paradas se antojan en este inicio: la Lonja para ver una subasta de pescados en directo y los mercados de abastos, imprescindibles para descubrir aromas y sabores (O Berbés, O Calvario, Teis, Bouzas, As Travesas, etc.).

El tour gastro lo podemos empezar por la calle Pescadería, popularmente conocida como calle de las Ostras, un área cubierta donde hay varios puestos pequeños que venden ostras frescas recién llegadas de las bateas. Allí es posible ver también cómo son abiertos y preparados estos deliciosos manjares, con un poco de limón y, si se puede, acompañados de una copa de vino blanco. La segunda parada debería ser en una marisquería para disfrutar y saborear la auténtica mariscada viguesa con centolla de la ría, nécora, langostino, gambas, mejillones, percebes, camarones y un largo etcétera de opciones que varía según el restaurante. También puedes experimentar los peixinhos fritos, una fritada en aceite de oliva de peces pequeños con una pizca de sal; habitualmente los restaurantes sirven jurelitos y sardinitas. Al caer la tarde, recomiendo llegarse a la plaza de la Constitución y desde ahí perderse por las calles para encontrar un bar de tapas, una taberna o una marisquería al gusto y dejarse llevar por los placeres de la buena comida regada con excelente vino o, por qué no, una cerveza artesanal.

En Vigo conviven de forma armónica restaurantes con estrella Michelin y tabernas perfectas para una deliciosa comida tradicional, marisquerías y bares, vinotecas y cafeterías. Hay un lugar para cada público y un precio para cada bolsillo. No dudes en descubrir el aperitivo, un ritual previo a la comida, para ir abriendo el apetito y dejando el paladar activado para lo que llegará. Si estás con tiempo y ganas, échate un churrasco gallego, sea en un asador o en una de las numerosas parrillas públicas que hay en los parques forestales; y si es otoño, sorpréndete con el magosto, una fiesta alrededor del fuego y las castañas.