Por Cristina Torres Luzón.

Ilustración por Ilustre Mario.

Durante la infancia es normal acabar padeciendo muchos cuadros y enfermedades banales debido a que el sistema inmunitario es inmaduro. La bronquiolitis es una de las más frecuentes en los menores de dos años. Conocerla con el objetivo de prevenirla o saber tratarla se vuelve indispensable para los padres.

La bronquiolitis es una infección viral que se produce en el aparato respiratorio y que produce inflamación en los bronquios y bronquiolos. Esto causa dificultad respiratoria, que se acusa más cuanto más pequeño es el menor.

Generalmente afecta a niños menores de dos años y es más frecuente en menores de seis meses. Suele producir un cuadro sintomático leve, aunque en algunos casos acaba siendo necesario el ingreso hospitalario. Son más vulnerables los menores que hayan sido prematuros o que padezcan alguna enfermedad cardiaca, pulmonar o inmunitaria.

El virus más común es el VRS (virus respiratorio sincitial), cuya su época estacional es de noviembre a marzo, igual que pasa con otros, como el de la gripe. Al ser un virus, los tratamientos antibióticos no son efectivos, pero existen otras medidas higiénico-sanitarias que sí ayudan a prevenirlo y combatirlo.

Lo principal es evitar el contagio, que se produce a través de las gotas de pequeño tamaño que las personas infectadas expulsan con la tos y la mucosidad. Estas gotas pueden contaminar mediante el contacto directo o por el contacto con objetos.

Por este motivo, es muy importante limpiar los objetos que puedan ser manipulados por los más pequeños, así como evitar las visitas de las personas que se encuentren con algún proceso catarral. Asimismo, el uso de pañuelos de un solo uso para taparse en cada estornudo, junto con la higiene de manos, nos ayuda a frenar la propagación del virus.

 

 

Cuando se padece esta infección los síntomas más comunes son la tos y la mucosidad. A continuación, se inflaman los bronquiolos, lo que dificulta el paso de oxígeno a la sangre. Esto produce dificultad respiratoria que se manifiesta con respiraciones más rápidas, movimientos del abdomen a consecuencia de activarse los músculos secundarios para facilitar la respiración y la escucha de sibilancias y ruidos.

Todo esto ocasiona que los pacientes se cansen más al comer, tomen menos alimento, pierdan el apetito y presenten bocanadas por la mucosidad. Es muy importante que se mantengan hidratados y para ello habrá que ofrecerles alimento más veces y en menor cantidad. También ayuda tenerlos más incorporados y elevar un poco el cabezal de la cama o cuna para facilitarles la respiración.

Por último, realizar lavados nasales y el empleo de fisioterapia respiratoria antes de las comidas consigue la expulsión de la mucosidad y mejora la ingesta. Los jarabes, mucolíticos, descongestionantes… no han demostrado eficacia en la curación y no se deben emplear.

¿Cuándo acudir al pediatra? Dependiendo de la gravedad del cuadro, puede ser necesario ir al médico o no: siempre que el niño presente algún síntoma de dificultad respiratoria como los mencionados anteriormente se debe acudir. También si tiene fiebres muy altas, rechazo o dificultad para ingerir el alimento o si se encuentra muy agitado o muy dormido.

Debemos saber que estos procesos suelen durar de siete a doce días y dejan posteriormente una tos residual que dura más tiempo. Además, algunos de los menores que sufren este cuadro en su primer año de vida tienden a tener más dificultad respiratoria cuando vuelven a padecer otros cuadros catarrales.

Para más información tenemos la página de la Asociación Española de Pediatría en su sección “En familia”: https://enfamilia.aeped.es/temas-salud/bronquiolitis-0. Prevenir está en todos, ayudemos a evitar el contagio.