Por David Palacios

Fotografías por Patri Cámpora

Este enclave idílico formado por la arena proveniente del cercano Sahara llegada a través de viento es ideal para desconectar de la civilización y dar la bienvenida a la tranquilidad y a la naturaleza en estado puro. Considerada como una de las siete maravillas de Cabo Verde, el desierto de Viana es paso obligado para aquellos que quieran vivir en primera persona una experiencia única.

En el noroeste de la isla de Boavista, protegido por las montañas de Salamansa y Estância, se esconde uno de los tesoros mejor guardados de Cabo Verde. El pintoresco desierto de Viana es una gran extensión de arena y dunas ubicada entre las ciudades de Rabil y Sal Rei y que se ha convertido en un punto neurálgico de la isla.

Debido a su proximidad al continente africano, el desierto se ha ido formando de manera natural durante los años por la llegada de arena del Sahara, transportada por los vientos oceánicos y que se ha sumado a las rocas negras existentes, procedentes de la naturaleza volcánica de la isla. El color marrón pálido de la arena y la oscuridad de las rocas se traducen en una auténtica explosión de color para los ojos.

Al mismo tiempo, la variedad de arena, dunas y rocas produce un fenómeno natural único en este desierto cercano a las aguas del océano Atlántico: la formación de un arco iris al paso de las nubes por encima del desierto y un gran espectáculo de luces y sombras que resaltan los colores de esta parte desértica de la isla, situada a 50 metros sobre el nivel de mar.

Además, los frecuentes vientos alisios que se producen en la zona se convierten también en una interesante exhibición de colores y formas de las dunas.

En cuanto a la vegetación, como en todo desierto esta no es muy rica debido a las condiciones áridas de la tierra. A pesar de eso es posible encontrar palmas datileras, acacias y cocoteros.

Uno de los mejores momentos para explorar este lugar en su máximo esplendor es durante la salida o la puesta de sol. Esos instantes del día coinciden con la menor afluencia de visitantes a la zona, por lo que nos aseguramos una experiencia exclusiva en un entorno de cine y una foto de auténtica postal.

Caminar o practicar ‘sandboarding’

Este desierto es un buen paraje para disfrutar de una excursión a pie en tranquilidad a lo largo de sus seis kilómetros de largo.

Debido al alto nivel de protección que le ha dado el Gobierno de Cabo Verde por la ubicación del desierto en la zona limítrofe con la Reserva Natural de Boa Esperança, hay restricciones en la entrada de vehículos motorizados en la zona. Varias compañías organizan safaris para aquellos que quieran vivir una experiencia única con las dunas como protagonistas.

Una de las opciones es recorrer el desierto y las zonas más cercanas como Rabil y Cabo de Santa María en motoquad, una actividad interesante para aquellos que no tengan miedo a la velocidad. También se organizan excursiones de medio día en vehículos 4×4 que permiten explorar la isla de forma cómoda.

Es recomendable llevar comida y bebida para la visita, ya que la temperatura puede ser elevada en cualquier época del año. En la entrada al desierto hay un pequeño restaurante que vende comida y bebida y alquila tablas para realizar sandboarding, un deporte que consiste en el descenso de dunas o cerros de arena con tablas especiales parecidas a las del snowboarding.

La mejor forma de llegar hasta Viana es a través de la carretera de la cercana localidad de Rabil, muy próxima al aeropuerto. Desde allí encontraremos una ruta escénica llena de palmeras que nos dirigirá hacia la entrada del desierto.