Por Juan José Ramos Melo @JuanjoRamosMelo

Llanos pedregosos semidesérticos donde habitan alondras ibis y terreras colinegras, sierras costeras que son lugares de nidificación de pardelas y rabijuncos, recónditas playas donde nidifican tortugas marinas o acantilados marinos que hacen de hogar para el escaso guincho, además de singulares espacios marinos donde cada invierno vienen a alimentarse las grandes viajeras del océano, las ballenas yubartas. Todo esto está en la isla de Sal.

Esta pequeña isla, de origen volcánico como todas las que forman parte del archipiélago de Cabo Verde, tiene una superficie de poco más de 200 kilómetros cuadrados. Es muy antigua desde el punto de vista geológico, un lugar donde la erosión ha actuado con dureza modelando el paisaje durante millones de años, hasta darle el actual aspecto desértico.

Sal es una isla llana, formada principalmente por sistemas dunares, llanos desérticos y algunos conos volcánicos muy erosionados. Se encuentra rodeada de playas de arena blanca, bajíos costeros, pequeñas franjas acantiladas de pequeña altura y algunos conos volcánicos algo más altos con pendientes laderas que dan al océano, como son los de Rabo de Junco, al borde de la bahía de Mundeira, y Morro Leste en el noroeste.

Desde el punto de vista botánico, se puede considerar como una de las más pobres del archipiélago. En ella se han contabilizado poco más de 150 especies de plantas con flor, de las cuales 15 son exclusivas de Cabo Verde y tan solo una de la isla de Sal. La vegetación en general está formada por plantas de pequeño porte, achaparradas y con hojas de pequeño tamaño, muy adaptadas a las duras condiciones ambientales de la isla, con fuertes y constantes vientos y escasas lluvias. En las pocas riberas existentes y en sus barrancos, se encuentran algunas formaciones de acacias, tarajales y palmeras, formando pequeños bosquecillos que aprovechan las aves. Es habitual observar al endémico gorrión grande de Cabo Verde criando y a una gran cantidad de invertebrados, especialmente mariposas.

En Sal existen un total de 11 espacios naturales protegidos, formados por cinco reservas naturales (Rabo de Junco, Punta de Sinó, Costa Fragata, Sierra Negra y Bahía Mundeira), dos monumentos naturales (Morrinho do Açucar y Morrinho do Filho) y cuatro paisajes protegidos (Salinas de Pedra Lume, Monte Grande, Buracona-Ragona y Salinas de Santa María). El de mayor superficie es la Reserva Natural Marina de Mundeira, en el sector oeste de la isla. La mayor parte de ellos son de pequeña superficie y carecen de gestión y protección real más allá del papel, aunque no por ello carecen de interés y alto valor ambiental, por lo que las visitas deben hacerse de forma respetuosa y consciente, y si es posible en compañía de alguna empresa u organización ambiental que nos informe y minimice el impacto de nuestro paso por el lugar. Los espacios naturales más singulares y con mayor interés para la conservación y observación de la biodiversidad son los siguientes:

Reserva Natural de Serra Negra y Reserva Natural de Costa Fragata, en el sureste de la isla. Ambas están prácticamente unidas, se encuentran formadas por un pequeño conjunto montañoso donde sobreviven diferentes especies de plantas y algunas especies de aves marinas. Durante los meses estivales en sus playas de arena se reproduce un importante número de tortugas bobas. En la zona trabajan varios colectivos locales que en coordinación con algunas empresas que organizan visitas nocturnas para observar el desove de las tortugas y el posterior nacimiento de las crías.

Paisaje Protegido de Salinas de Pedra Lume, probablemente una de las salinas tradicionales más bellas del Atlántico. En las zonas más tranquilas y menos transitadas de las salinas crían algunas parejas de chorlitejos patinegros y pasan el invierno varias decenas de aves acuáticas migratorias provenientes del norte de Europa, como son los correlimos tridáctilos, archibebes comunes, andarríos chicos o zarapitos trinadores. En su entorno se pueden observar varias especies de aves de ambientes desérticos, como la alondras ibis, el corredor sahariano o la terrera colinegra. Muy cerca de este lugar se encuentra la bahía de los tiburones, lugar de peregrinación de turistas, donde al adentrarte en el mar varios tiburones tigre de considerable tamaño pueden venir a nadar a tu alrededor.

Paisaje Protegido de Monte Grande. En el noroeste de la isla se encuentra Monte Grande, la mayor elevación de la isla con una altura de unos escasos 406 metros. Desde el punto de vista paisajístico es impresionante ver cómo sobresale del llano esta mole de lava volcánica. A sus pies se encuentra una de las mejores zonas de la isla para la observación de las ballenas yubartas, que frecuentan la región durante la primavera. Con suerte se les puede ver realizar continuas apariciones en superficie, e incluso saltar muy cerca de la costa. Además, esta zona es una de las mejores de Sal para observar el águila pescadora, una de las aves más bellas de la isla.

En definitiva, mucho más allá de las bellas playas y zonas turísticas, Sal encierra una incomprendida belleza y un alto valor natural y paisajístico. Muchos de estos espacios naturales, a pesar de su protección, se encuentran amenazados por el creciente desarrollo turístico y el alarmante aumento de la población en esta frágil isla del Atlántico.