Por Ángeles Arencibia

Fotografías cedidas por Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria

La idea es de una inglesa soñadora que vino a Gran Canaria para documentar las casas-cueva y supo de una anciana que no había visto el mar.

Francesca Philips (Londres, 1964), artista visual desde un enfoque antropológico, vive desde hace 18 años en Teror (Gran Canaria). La muestra La búsqueda de caras ancestrales, que se expone en El Museo Canario, es por el momento su proyecto más relevante y ha sido posible gracias a la colaboración de la antropóloga forense Caroline Wilkinson, directora del Face Lab de la Universidad John Moores de Liverpool, y de la antropóloga física majorera María Castañeyra-Ruiz.

El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria acoge hasta el 31 de marzo la exposición ‘La búsqueda de caras ancestrales’, con retratos de isleños del presente y recreaciones de la época prehispánica.

Wilkinson, una figura internacional en su campo, es autora de las reconstrucciones de Ramsés II, Ricardo III y Juan Sebastián Bach, entre otros rostros del pasado. La participación de Castañeyra-Ruiz es fruto de una feliz coincidencia. Las solicitudes de Philips (proponiendo la reconstrucción) y la de Castañeyra-Ruiz (postulándose para trabajar) coincidieron en el tiempo sobre la mesa de trabajo de la antropóloga forense y las dos provenían de Canarias. La joven majorera, cuya intervención es fundamental, disponía, además, de una beca postdoctoral de la Fundación Canaria Doctor Manuel Morales. El Gobierno de Canarias y El Museo Canario cierran el círculo.

Para encontrar la génesis del proyecto hay que remontarse al día en que Philips supo de una isleña de la montaña que nunca había visto el mar. “No es que no hubiera ido, es que no lo había visto”, exclama con esa expresividad que tienen a veces los ingleses. “¿Puede imaginarlo en una isla tan pequeña?”.

Saber de la abuela de su marido en Artenara fue el comienzo de una búsqueda que termina en El Museo Canario, donde 20 rostros masculinos, otros tantos femeninos y 10 infantiles nos miran desde un pasado milenario. “Una cultura no es solo lo que ves, es más complicado; para entender hay que mirar profundamente”, argumenta.

El segundo hito se da cuando lee en la prensa que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria realiza análisis que prueban la pervivencia de ADN aborigen en isleños del siglo XXI. “¡Guau!”, se dice, y busca la manera de fotografiar a algunos de esos canarios contemporáneos con ascendencia aborigen. Algunos forman parte del panel con 50 rostros del siglo XXI que se contraponen en el salón del museo a los del pasado. Situarse en medio y mirar a ambos lados emociona.

Los canarios aborígenes, según el estudio realizado para la muestra, tenían la mandíbula cuadrada, nariz ancha y predominio de pliegue epicántico, que es característico de poblaciones asiáticas.

Los canarios prehispánicos, según este estudio, tenían la mandíbula cuadrada, nariz ancha y predominio de pliegue epicántico (en un 75 %), que es característico de poblaciones asiáticas. Otro de los elementos que se extraen de este trabajo es la prevalencia de orejas adherentes (sin lóbulo separado) en un 83 % de los individuos examinados.

Cuarenta y ocho de los cráneos representados pertenecen a El Museo Canario. Los dos restantes hasta completar el medio centenar provienen, respectivamente, del Museo Arqueológico Benahorita de La Palma y del Cabildo de Lanzarote. Según Caroline Wilkinson, se trata de la reconstrucción más amplia jamás realizada sobre un mismo grupo de población.

Tras clausurar en El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria el 31 de marzo, Francesca Philips tiene el propósito de exponer en otros lugares. No olvide fijarse en la reconstrucción animada de la momia número 6. Está viva.