Por Juan Manuel Pardellas

Fotografía por Salvador Aznar

Ilustración por David Ferrer

Director del Observatorio del Paisaje, Juan Manuel Palerm es profesor de Proyectos de Arquitectura y proyecto-Desing paisaje urbano en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Palerm ha logrado que Canarias sea este mes la sede del IV Congreso Mundial ITLA sobre territorios de terrazas y bancales, que nace con el objetivo de encontrar nuevas formas de habitar y cultivar los territorios de bancales, respetando siempre un buen empleo de los recursos y el respeto al paisaje que conforman. Con él, desgranamos las claves de este proyecto.

 

¿Qué debemos esperar de este congreso?

El IV Congreso Mundial ITLA se presenta como un encuentro internacional que implicará la participación de las poblaciones locales (propietarios agrícolas, agricultores, técnicos agrícolas, técnicos de desarrollo local, empresarios agroindustriales, etc.) con profesionales, científicos y especialistas de múltiples disciplinas e inquietos ciudadanos de distintos lugares del mundo. Pretende estudiar esta casuística focalizada en las Islas Canarias, Madeira, Azores y Cabo Verde como ámbitos de trabajo específico de este Congreso, así como ofrecer un panorama y una reflexión mundial sobre la relación entre cultivar y habitar en bancales; y en este aspecto Canarias y la Macaronesia ofrecen sin duda singularidades importantes a nivel mundial.

“Para poder entender la arquitectura y el territorio de las zonas rurales canarias hay que empezar por comprender las necesidades de crear suelo para el cultivo y superficies susceptibles de ser habitadas, es decir, construir bancales”

¿Qué ventajas aportaría la celebración de este congreso a unas islas como Canarias?

Se puede afirmar que los paisajes de Canarias, al igual que en otros muchos territorios continentales e insulares, son fruto histórico de la intervención de sus habitantes sobre sus distintos ecosistemas. Los seres humanos han sido el elemento fundamental en la construcción de los paisajes de las islas. Para poder entender la arquitectura y el territorio de las zonas rurales de estos archipiélagos hay que empezar por comprender las necesidades de crear suelo para el cultivo y superficies susceptibles de ser habitadas, es decir, construir bancales.

Uno de los lemas de este IV Congreso Mundial es “re-encantar bancales”: se habla de la necesidad de valorar estos terrenos y de ofrecer alternativas actuales para su recuperación y promoción. ¿Puede ampliarlo?

En la actualidad, los bancales, sus formas y estructuras, su hábitat, sus funciones y sus cultivos, se encuentran en retroceso (rotura de los muros de contención y posterior pérdida de los suelos de cultivo y de la tierra, el abandono…), con un consecuente e importante cambio del valor y de percepción del paisaje.

Existe una verdadera inquietud por experimentar y compartir nuevas visiones, estrategias y propuestas innovadoras para los territorios de bancales y sus habitantes. Cuidar los territorios de terrazas es reconocer una serie de demandas de la sociedad actual, tales como la preservación del valor histórico y cultural, la mejora de la calidad de vida y la necesidad del ser humano de pertenencia a su territorio. El Buen Vivir supone un esfuerzo colectivo de recrear y repensar el nuevo rol de los territorios de bancales.

Es esperanzador ver cómo el reciente interés en el re-encantar los territorios de bancales está en proceso, liderado en muchos lugares por las comunidades de ciudadanos, técnicos, especialistas, autoridades locales y agricultores. De hecho, se reconoce una creciente implicación de jóvenes en el trabajo de la tierra, así como una demanda de apoyo a las autoridades locales y a la sociedad para cumplir con sus ambiciones.

El reto en estos territorios de bancales es encontrar nuevas formas de habitarlos y cultivarlos que impliquen un buen uso de los recursos. La viabilidad del desarrollo agrícola de los territorios de bancales puede verse mejorada significantemente mediante la consolidación de nuevas estrategias económicas, añadiendo valor a los productos locales e introduciendo mayor implicación en las economías de pequeña escala.

“El reto en estos territorios de bancales es encontrar nuevas formas de habitarlos y cultivarlos que impliquen un buen uso de los recursos”

¿Las actuales leyes (ni me imagino cuántas serán) permiten esa forma de rescatar y comenzar a utilizar los bancales o habría que hacer una profunda transformación también de la actual normativa?

Para revalorizar los bancales hace falta fundamentalmente “vida”, es decir, habitar, cultivar y construir (recuperar, restaurar…); por tanto, debemos ser conscientes de la complejidad del problema e intentar no caer en simplificaciones normativas que deriven de procesos que no corresponden a los territorios donde los bancales deben ser protagonistas. Desde esta perspectiva falta mucho por trabajar.

Si se rescatan los bancales, si se consolida una buena producción de productos agrícolas y ganaderos locales, generaríamos más riqueza y menos dependencia del exterior. Me cuesta entender que haya quien no esté a favor de esto. Entonces, ¿qué falta?

Los bancales son construcciones humanas realizadas para hacer frente a fuertes limitaciones orográficas y ambientales (topográficas, edáficas, climáticas…) y garantizar la oportunidad de obtener terrenos susceptibles de ser trabajados y cultivados. A partir de esa interacción sociedad-naturaleza, surge una cultura de aprovechamiento de los recursos (piedra, agua, suelos, semillas): una cultura y sabiduría de una localidad y su población.

Falta por tanto una estrategia colectiva, que sea capaz de reconocer su historia y que sepa ofrecer nuevas ideas y retos capaces de reconocer estos territorios y asignarles un papel en la singularidad de nuestro territorio.

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