Por Cristina Torres Luzón

Ilustración por Ilustre Mario

La Organización Mundial de la Salud (OMS) creó su programa MPOWER para conseguir acabar con el tabaquismo. Sin embargo, el consumo del tabaco sigue vivo en nuestra sociedad a pesar de las políticas sociosanitarias y de los graves efectos que produce en nuestra salud. Querer es poder adquiere mayor significado cuando un fumador decide abandonar; existen diferentes formas de afrontar la deshabituación tabáquica, pero sin motivación para dejarlo no se puede avanzar.

En los últimos tiempos es frecuente ver personas de nuestro entorno que han dejado el tabaco. Gracias al programa MPOWER de 2008, de la OMS, muchos países han implantado sus objetivos: proteger a la población del humo del tabaco, ofrecer ayuda para el abandono, advertir de sus peligros, aumentar los impuestos y hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio.

Sin embargo, este hábito nocivo, lejos de desaparecer, sigue presente en nuestra sociedad. Según el Plan Nacional sobre Drogas de 2016, se observa que desde 2010 el consumo de tabaco se inicia a los 13,9 años y que el hábito de fumar diariamente se empieza a los 14,6 años.

Un dato preocupante es que en dicho informe se refleja que más del 40 % de los menores de 14 a 18 años lo consumieron en 2014. Además, sabemos a través de la encuesta sobre alcohol y drogas de 2015-2016 que más del 60 % de las personas de 15 a 64 años han fumado alguna vez.

Este último documento también recoge que el consumo diario o el realizado en los últimos 30 días está descendiendo lentamente desde 1997 a 2015, pasando del 42,9 % al 40,2 % y del 34,9 % al 30,8 %, respectivamente.

Mucha gente conoce el cáncer de pulmón y de otros órganos como causas del tabaco; pero patologías respiratorias como el asma, enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, insomnio, riesgo de diabetes, degeneración de la retina con posibilidad de pérdida de visión, aumento del colesterol malo, infecciones… son parte de la larga lista de todo lo que nos implica fumar.

La nicotina tiene un efecto vasoconstrictor, lo que produce en las mujeres embarazadas la disminución de la circulación fetal, con lo cual aportan menos oxígeno y nutrientes al feto. Esto se traduce en bebés prematuros, de bajo peso y la posibilidad de malformaciones fetales.

Conociendo todo esto resulta sorprendente que sigan existiendo fumadores. El problema reside en que el tabaco produce dependencia en tres áreas: la física, la psicológica y la social.

Mientras que la dependencia física desaparece 15 días después de dejar de fumar, las otras dos siguen presentes en los fumadores. Un estudio publicado por Johanna G. Sánchez nos habla de que las mujeres tienen variables específicas que influyen en el abandono y la recaída: presentan mayor número de creencias asociadas al cigarrillo, afecto negativo, expectativas de alivio de estados negativos y la influencia de determinadas fases del ciclo menstrual que dificultan el proceso.

En Canarias existe un programa de deshabituación tabáquica llamado PAFCAN, donde fumadores con factores de riesgo como enfermedades cardiovasculares, respiratorias o tumorales tienen una puerta de ayuda solicitando cita a través del 012. Se ha visto que el asesoramiento y la medicación pueden duplicar la posibilidad de que un fumador que desea abandonar lo consiga.

Cuando se abandona el tabaco se va recuperando progresivamente la salud. A los 20 minutos se empieza a normalizar la tensión arterial y el pulso. A las 48 horas se va recuperando el olfato y el gusto; a los tres días empieza a aumentar la capacidad pulmonar, a disminuir la tos y aumentar la sensación de bienestar. Entre los tres y los seis meses aumenta la capacidad de resistencia a las infecciones al tener mejor funcionamiento pulmonar, curando antes las heridas. Cada año que pasa sin fumar van disminuyendo las probabilidades de padecer enfermedades y tumores, y se reduce a la mitad el riesgo de sufrir cáncer de pulmón a los 10 años.

La OMS indica, en su informe sobre la epidemia mundial del tabaquismo de 2017, que una de cada 10 muertes en el mundo se deben al tabaquismo, y es que el tabaco acaba con hasta la mitad de sus consumidores. ¿Vas a permitir ser tú uno de ellos?