Por Paula Albericio

Ilustración por Beatriz Pérez

Recién estrenado el otoño, ahora octubre trae consigo un nuevo trimestre que, en lugar de mirar con recelo y añorando las vacaciones, podemos afrontar como una oportunidad para ponernos retos, superarnos y, por qué no, aprender a gestionar de una vez los pequeños fracasos que el día a día trae consigo. De esto y de redes sociales, charlamos este mes con el psicólogo Leocadio Martín Borges.

¿Qué consejos daría para que este trimestre sea lo más exitoso posible?

El primero de ellos es que seamos conscientes de que es un trimestre. No tiene ningún sentido que nos planteemos conseguir todo lo que no hemos logrado durante los anteriores meses.

En segundo lugar, proponerse objetivos alcanzables y desmenuzados. Disfrutando de lo conseguido, día a día.

Un tercero viene asociado a la consciencia del momento. Las personas que han descansado un período prolongado durante el verano tienden a sobreestimar sus fuerzas y posibilidades.

Ahora es el momento de reorganizar y ordenar, no de actuar a toda prisa para llegar a objetivos que no hemos conseguido hasta la fecha.

Vivimos tiempos complejos con cierto grado de incertidumbre, ¿cómo debemos estar armados psicológicamente para afrontarlos?

La incertidumbre es el motor del cambio y este es nuestro mayor reto. Es importante abordar los cambios poniendo en la balanza todos sus aspectos, los positivos y los negativos. Esto nos permite, al contrastar, conocer realmente cuál es el peso que tiene cada uno de ellos, además de tener una idea totalmente diferente de la que tendríamos si solo valoramos un lado de la cuestión. La importancia que tiene este enfoque sobre nuestra forma de actuar es crucial.

Instagram, Facebook, YouTube, ¿nos estamos dejando controlar por las redes sociales y la imagen que queremos proyectar en las mismas?

Sí, en cierta forma es cierto. Las redes sociales nos transmiten la imagen de lo que alguien quiere que veamos. Creemos que lo que comparten las personas en ellas es totalmente real, y nos lleva, en muchas ocasiones, a creer bulos, intentar copiar lo que alguien dice que está haciendo o a sentirnos miserables porque nosotros no lo logramos.

En estos medios sociales cada uno pone lo que quiere y siempre es deseable que contrastemos informaciones o que no nos dejemos influir por lo que pueda comentar u opinar una estrella de Internet. No olvidemos que lo que compartimos en ellas es como si lo estuviésemos haciendo en un enorme cartel al lado de todas las autopistas del mundo.

¿El exceso de postureo puede darnos algún indicador de lo que realmente pasa en la vida de quien se expone tanto?

Quien se expone en redes sociales puede tener varios objetivos.

El primero, y más obvio, es alcanzar fama y dinero. Algunos lo consiguen, y probablemente incluso lo hacen compartiendo cómo realmente son. Es como un reality de la televisión, nadie entiende cómo engancha, pero son líderes de audiencia.

Un segundo objetivo es la compensación. Postureamos en Internet lo que no conseguimos en la vida real. Por esto tienen tanto éxito los programas de retoque fotográfico o de vídeo, añadimos efectos a una expresión imperfecta de nosotros mismos. Esto puede ser realmente perjudicial y es muy de agradecer que algunas personas relevantes estén compartiendo imágenes normales o videos cotidianos. Nos permite apreciar las diferencias y relativiza el impacto que tiene sobre nosotros.

 ¿Cómo eliminar a amigos del Facebook sin sentir remordimiento?

Este fenómeno viene de una equivocada concepción de la amistad en el entorno virtual.

En su momento, cuando la red eligió el término amigo para denominar a las personas que incorporábamos a nuestros contactos de esta red social, la propia aplicación nos aconsejaba que no añadiésemos o aceptásemos a quien no conociéramos. Algo que la mayoría hemos obviado.

Así, lo que son realmente personas que sienten o por la que sentimos curiosidad, bien sea por su fama, por lo que comparte, afinidades, divergencias o, simplemente, por cotilleo, pasan a tener un estatus que no es real, no son amigos, al menos la mayoría. Pero la palabra amigo nos hace sentir comprometidos emocionalmente y por eso nos cuesta eliminarlos cuando lo que publican o comparten nos deja de interesar.

¿Se puede alcanzar el equilibrio entre el exceso de positivismo y un negativismo extremo?

Pues no. El equilibrio se alcanza entendiendo que la vida es un balance. Que hay momentos complicados y otros muy felices. Y que además, en muchas ocasiones, es nuestra forma de interpretar la realidad la que la hace positiva o negativa. Solo se avanza con una actitud positiva.