Por Francisco Belín
Cuando el cocinero se atribuye la condición de la humildad como base de su actividad diaria, entonces debemos procurar redondear el término. En el caso que nos ocupa, y como está demostrado, confluirán interés, evolución, intuición, gusto, capacidad de trabajo, dinamismo. En un simple bocadillo se pueden condensar sabores evocadores de las erróneamente denominadas islas menores. Desde San Sebastián comienza un periplo que, con ese modelo de humildad, aún tardará en tocar techo.
Ese bocadillo al que aludíamos, inspirado en las épocas de vendimia, le dio lo más alto del podio a Jacobo Negrín en el certamen de GastroCanarias en 2015. Dominio de combinaciones gustosas, no se queja de las desventajas de los sitios pequeños. “Tenemos una cultura de arraigo y, por tanto, una gastronomía que se puede, que hay que reivindicar con producto local y sensibilidad a la hora de interpretar todo de ello de forma expresiva”, indica Jacobo.
Este acento en el potencial gomero ya llevó a Negrín a disfrutar de otro reconocimiento relevante en el panorama, ser el ganador del III certamen de tapas de Canarias (Foro Paisaje Gastronómico de Garachico), en septiembre de 2014. Crecer como cocinero es el estandarte que enarbola este gomero de fina actitud hacia un modelo de gastrobar, con el que dar reconocimiento a su tierra chica, a sus raíces,…
En ello va implícita su predilección por la cabra y el cabrito, nuestras buenas carnes, de cabra-cabrito, de cochino negro, los pescados atlánticos, con el bonito, los medregales, las viejas… Los honores a la miel de palma, al gofio gomero, al universo de toda esa repostería. Esto ni ha empezado.