Por Paula Albericio

Con maestros de la Alta Cotura como Elsa Schiaparelli, Yves Saint Laurent y Jean Paul Gaultier como referentes y tras diez años de carrera profesional en los que ha destacado como estilista y director de moda de la revista Condé Nast Traveler, el palmero Andrés Acosta nos descubre su faceta como diseñador presentando La Presencia Divina, su primera colección de vestidos de noche y novia en inspirada en las estrellas.

¿Siempre tuviste claro que te ibas a dedicar a la moda?

Empecé a ser consciente de la moda como una profesión sobre los 14 o 15 años. Pronto empecé a leer las revistas de mi madre y a interesarme cada vez más por el sector. En esta época también empecé a realizar mis primeros bocetos y a investigar sobre la posibilidad de formarme como diseñador. Sin embargo, cuando llegó el momento de ir a la universidad no encontré la motivación en ningún centro de España y decidí estudiar Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Complutense de Madrid, enfocando siempre mi carrera hacia la comunicación de moda.

¿Cómo se ve la moda desde cada lado?, ¿hay diferencias?

Hay muchas, pero también muchos puntos en común. Llevo diez años dentro del sector y cada etapa ha sido fundamental en mi aprendizaje. Gracias a mi trabajo como estilista pude acercarme en varias ocasiones a la Alta Costura de París y fue entonces cuando sentí el verdadero flechazo. Allí recuperé el gusto por la artesanía, por los materiales nobles y por lo hecho a mano. Sentí que volvía a mis orígenes, contemplando a mis abuelas en sus productivas tardes de costura.

¿Cómo nace La Presencia Divina?

Todo surge en un diálogo entre una mujer y las estrellas, pidiéndole que le otorguen su capacidad de brillar. Al tratarse de mi primera colección he querido volver a los orígenes, donde todo comienza. Por eso he dirigido mi mirada al Universo.

¿Qué ha inspirado esta colección?

Las estrellas. He tenido la gran suerte de nacer en La Palma, una isla con un cielo privilegiado y creo que ese vínculo con las estrellas es algo que me viene desde pequeño. Por eso hay tanto color y tanta luz en mis vestidos. Desde la tierra se observan blancas pero si te acercas verás que son cuerpos celestes multicolores.

¿Y por qué Petra Nemcova como imagen?

La conocí en Haití en 2013 realizando un reportaje para la revista Condé Nast Traveler y allí descubrí en primera persona el trabajo de su fundación Happy Hearts Fund. Petra es superviviente del tsunami que en 2004 arrasó Tailandia y desde entonces no ha parado de recorrer el mundo trabajando en favor de la educación de los niños en zonas devastadas por catástrofes naturales. En este viaje aprendí la importancia de intentar dar sentido a todo lo que hacemos. Puedes tenerlo todo y en un solo segundo tu vida puede dar un giro inesperado. Petra Nemcova representa para mí el equilibrio entre la belleza exterior y la belleza interior. La una sin la otra no son nada. Ella es para mí un claro referente y contar con su Presencia Divina en el lanzamiento de mi primera colección es un sueño hecho realidad.

¿Cómo ves el sector moda en Canarias? , ¿es necesario irse fuera para triunfar?

Siempre me pregunto quién habrá inventado el refrán nadie es profeta en su tierra. Vengo de una familia de artistas. Mis padres son pintores, músicos y dos personas capaces de hacer casi magia con las manos. Todas las mujeres de mi familia manejan con soltura la costura y los bordados tradicionales en seda de La Palma. En sus manos, en su tesón y en su lucha encontré la inspiración y la fuerza para poner en marcha mi proyecto, que es a su vez un homenaje personal a todos ellos. No tengo duda de que en Canarias hay grandes talentos, pero está también muy arraigada la cultura de dar un mayor valor a todo lo que viene desde fuera. Pienso que es un error. Las circunstancias son las que son, pero el canario es emigrante por naturaleza. No hay que tener miedo a volar. Lo mejor de Canarias es siempre poder volver.

¿Y cómo se presenta el futuro?

Confío que con mucho trabajo.