Por Verónica Martín

Ya no hay que esconderse para explicar que se acude a terapia psicológica. Cuando la vida duele y nos supera tenemos profesionales que pueden ayudarnos a encontrar nuestro camino sin acudir a la sobre medicación ni a una dependencia de nuestro terapeuta.

“La cabeza no me deja pensar correctamente. Siento como si me clavasen un alfiler en el brazo y a mí me doliese como si me dieran con un hacha”. Cuando la vida nos puede… es entonces cuando debemos acudir a un profesional de la psicología. El psicólogo Leocadio Martín, impulsor de la iniciativa Cámbiate, explica que “la terapia psicológica ofrece una solución orientada a la capacitación de la persona para la gestión de su propia vida. Es, a mi modo de ver, la opción por defecto a elegir. Quizás nuestra forma de vida dependiente, nos ha acostumbrado a buscar soluciones externas que eviten el problema, como es la medicación”.

El exceso de medicalización de la vida cotidiana es algo de lo que nos llevan alertando expertos de todo el mundo desde hace años. Leocadio Martín insiste en que “se confunde su utilidad como un remedio, cuando es más bien un facilitador que puede ayudarnos a descubrir el origen de nuestras aflicciones mediante terapia psicológica. La psicología es una disciplina totalmente consolidada, aunque seguimos teniendo mucho por recorrer para su total integración dentro de los sistemas públicos y privados de salud”.

Ahora, acudir a terapia (sea la que sea la elegida) no es algo que haya que ocultar o que solo se deje para personajes neoyorkinos desesperados.

Además, hay interesantes nuevas opciones terapéuticas en psicología como las llamadas Terapias de Tercera Generación, “que parten de un planteamiento contextual en el que no se ve a la persona como víctima de un trastorno o déficit, sino como alguien que actúa en función de un contexto determinado. Se trata de comprender la función de la conducta y no quedarse únicamente en su forma. Es decir, entender para qué le sirve al sujeto su comportamiento, por qué necesita actuar así o qué gana y qué pierde a la larga”. Por ello, en la actualidad se propugna la despsicopatologización y desmedicalización de las terapias psicológicas. “Así, el objetivo de la terapia no es tanto el tratamiento de los síntomas típicos del trastorno, sino otras metas como el ajuste psicosocial, la calidad de vida o la recuperación, por parte del paciente, de la capacidad para dirigirse hacia sus objetivos vitales y tener una vida plena”, afirma Leocadio Martín.

Entre estas terapias podemos destacar la de Aceptación y Compromiso (ACT), de Activación Conductual o la Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness o el EMDR, entre otras.

El EMDR, del trauma a la vida cotidiana

Una de las terapias más innovadoras en la psicología moderna es el EMDR. El psicólogo experto en esta corriente, Neftalí Raschauer, explica que “es un novedoso abordaje psicoterapéutico para tratar los traumas y diferentes problemas clínicos: ansiedad, depresión, fobias, miedos, dificultades en las relaciones interpersonales, etc. EMDR son siglas en inglés que significan Eye Movement Desensizitation and Reprocessing – Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares)”.

La terapia EMDR está avalada por la Organización Mundial de la Salud y las Guías Clínicas Internacionales para el tratamiento del trauma. Su aplicación en la actualidad se ha extendido a un amplio número de problemas clínicos. Neftalí Raschauer recalca que “como método combina elementos teórico-clínicos de orientaciones tales como el psicoanálisis, cognitivo-conductual y otras. Para muchos pacientes, EMDR resulta de mayor ayuda para sus problemas que otras terapias convencionales. Las investigaciones apuntan a que el uso de la estimulación bilateral ayuda a disminuir la angustia de los pensamientos negativos, lo cual es una herramienta muy potente para el trabajo psicoterapéutico. El método además incluye el trabajo somático-corporal, olvidado en muchos otros abordajes tradicionales y muy importante para poder realizar un trabajo integral”.

El terapeuta recalca que “muchos pacientes que nos llegan han participado con anterioridad en otras terapias y con EMDR sienten que llegan a la raíz y pueden llegar a solucionar su problema. Podemos observar cómo este método llega incluso a lo que no se ha podido hacer explícito, a lo inconsciente, aquello que se ha quedado bloqueado y que nos perturba sin saber por qué. Todo esto se traduce en una sensación de tranquilidad que sorprende a muchos pacientes. Algunos sienten incluso que es algo casi milagroso, pero solo es ciencia. El cerebro es quien hace todo el trabajo con el apoyo de un terapeuta bien entrenado”.

Se trata de una técnica más rápida porque el EMDR “estimula el mecanismo para reprocesar aquellas experiencias que han sido traumáticas y de alguna manera han atascado este sistema, no han podido ser procesadas de forma natural. La estimulación bilateral parece que acelera este reprocesamiento, necesario para integrar las experiencias pasadas que perturban al paciente”.