Por Aarón García Botín. Fotografías por Pedro Luengo Ramírez*

La sencillez con la que transcurre la transformación de los participantes en simpáticos y pícaros personajes, y una polca tan alegre como pegadiza, redondean un número cuya figura principal y música son hoy símbolo e himno de todos los palmeros.

Aunque sus orígenes datan de principios del siglo XIX, la actual Danza de los Enanos nace en 1905 con la primera transformación de hombre en enano, con música a cargo de Elías Santos Abreu (1856-1937), y es completada en 1925, tal y como la conocemos hoy en día, con la polca La recova, de su hijo Domingo Santos Rodríguez (1902-1979).

Desde entonces, este número, creado como acto en honor y agradecimiento a la Virgen y considerado hoy como símbolo central de las Fiestas Lustrales, transcurre sin apenas cambios, aunque con mayor duración en la coreografía de la transformación y en la polca, y dividido en dos partes.

En la primera parte, que corresponde a una danza coreada, los participantes, vestidos en cada edición de un personaje diferente, cantan y bailan, junto al grupo cantor de la Peña, una serie de estribillos cuya letra y música cambian también cada año de Bajada.

Posteriormente, pasan por una pequeña caseta donde, en cuestión de segundos, tiene lugar la mágica transformación en enanos que, divididos en parejas, comienzan a bailar a ritmo de polca, una melodía que resonará durante toda la noche por las calles de Santa Cruz de La Palma y que no parará hasta el amanecer del viernes siguiente.

La exigencia física es tan alta que solo el amor y la devoción hacia la Virgen, el espíritu de sacrificio, la capacidad de sufrimiento y la solidaridad y complicidad entre compañeros permiten a los veinticuatro participantes y seis suplentes seguir adelante y cumplir con el propósito de este acto.

Sin embargo, la Danza de los Enanos no solo vive su día más especial el jueves de la Semana Grande. Una semana después de que la Virgen llegue a la ciudad, tiene lugar uno de los actos más especiales y emotivos. Ese día, los enanos bailan para los pacientes del Hospital de Dolores capitalino, danzan nuevamente en el recinto donde tiene lugar la primera función y, finalmente, vuelven a bailar en la plaza de España.

Allí, en la iglesia matriz de El Salvador, lugar que acoge a la Virgen durante su estancia en la ciudad, los enanos vuelven a danzar una vez más ante su patrona, que sale a recibirlos y que contemplará por última vez antes del regreso a su santuario la representación de un acto que simboliza, como ningún otro, la devoción de un pueblo que no se ha olvidado del propósito para el que nacieron sus Fiestas Lustrales hace ya 340 años. El sentido y ferviente agradecimiento de una ciudad y una isla que vive y danza por y para la Virgen de las Nieves.

 

* Cedidas por el Organismo Autónomo Local de la Bajada de la Virgen.