Por Vacaciona2

Marrakech es una de esas ciudades que tiene tantas cosas que ofrecer que no tienes tiempo ni para tomar impulso. Hay rincones que ni siquiera aparecen en los folletos de viaje que merecen la pena ver. Ver y disfrutar, no sólo de esos sitios que puedes ver igualmente en Google Imágenes. Cada uno de ellos tiene sus gentes, sus olores, sus colores, sus ambientes, sus aires… Nosotros lo vivimos de primera mano (aquí te contamos la experiencia), y por eso te hacemos una rica selección de los lugares más indispensables de Marrakech.

PLAZA JAMAA EL FNA. Ir a Marrakech y no pasar por aquí es como no haber cruzado ni el aeropuerto. Lo hemos visto escrito de muchas maneras (Jemaa ElFna, Yamaa El Fna, Djamaa El Fna). Pero de cualquier forma es el centro de la vida económica y social de la Ciudad Roja. Y casi que a cualquier hora del día: Por la mañana está lleno de puestos donde te sirven zumo de naranja natural a precios de bochinche, así como de gentes que te venderán igual el posado con una serpiente como una dentadura postiza. Y por la noche, juegos, animación y comida típica. Cómo no iba a ser declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

EL ZOCO. Pegadísimo a esta plaza, y en ocasiones integrado (cuando se abarrotan los puestos y los mercaderes se echan a la plaza), está el zoco. Ninguna ciudad árabe puede prescindir de estos centros de compra-venta, y desde luego que es uno de las actividades indispensables de Marrakech. Aunque tu intención sea la de comprar nada, pero gasta un intento de regateo aunque sea en el puesto de las aceitunas. El verdadero souvenir que te llevas de recuerdo es la experiencia de forcejear con un comerciante por el precio, y la mar de divertido. No es difícil conseguir las cosas tres veces menos del valor que te marcan inicialmente. Aquí te contamos cómo.

JARDÍN MAJORELLE. No está en el centro de la ciudad propiamente dicho, sino en la zona nueva, allá donde los franceses ampliaron la ciudad en la época de colonización. Para francés el pintor Jacques Majorelle, quien se hizo con esos terrenitos y montó este jardín botánico que aunque no es muy grande, está muy bien cuidado y es muy variopinto. Yves Saint-Laurent lo rescató de su olvido y promovió su popularidad. No es para menos: un sin fin de plantas exóticas y detalles arquitectónicos con ese azul ‘majorelle’ tan característico.

JARDINES DE LA MENARA. De jardines sigue la cosa, y es que a pesar de lo árida que resulta un país como este, lo cierto es que sus jardines se han convertido en lugares indispensables de Marrakech. Sin embargo este otro es totalmente distinto al jardín de corte francés. Es quizás más distintivo de la Ciudad Roja porque tiene una historia trascendente detrás, como residencia de recreo de sultanes y actividad agrícola. Cuando la visitamos nos recordó al Parque del Retiro madrileño, porque los marraquechíes lo usan hoy como espacio de recreo para sus picnics y distendidos paseos.

TUMBAS SAADÍES. No es que aconsejemos el turismo necrófilo. De hecho no vamos a ver ni un sólo hueso en este recinto. Por el contrario nosotros nos quedamos impactados por el sentido artísticos de este cementerio lacado en mosaicos de porcelana. ¡Y bastante coloridos! Es uno de los sitios indispensables de Marrakech por sus elegantes explanadas bajo la que se encuentra enterrada la dinastía saadí y su séquito de confianza. Es un espectáculo ver también sus arcos y techos, de pequeños detalles genialmente acabados.

PALACIO DE LA BAHÍA. A pesar de ser una de las construcciones más recientes de la ciudad, del siglo XIX, sin embargo es todo un monumento.  El visir Si Moussa lo mandó a levantar para darse un caprichito. A´él y a sus concubinas. Para cada una de ellas tenía sus cuartitos, y curiosamente el espacio más destacado del conjunto es el que tenía reservado para las concubinas de rango menor. Se repartían en pequeñas habitaciones alerededor de un gran patio totalmente iluminado, con colores muy vivos y alegres.

MADRASA BEN YOUSSEF. Acabamos con la que sea mayor de las joyas indispensables de Marrakech. Ningún visitante no musulmán puede entrar a las mezquitas. Este recinto lo fue en su momento, escuela también coránica. No obstante es la única abierta a los turistas, quienes pueden asombrarse por sus exquisitos acabados, sus diversos patios interiores, las diferentes habitaciones donde dormían los estudiantes (con marcadas distinciones entre una clase social y otra). Dejar de ir es todo un pecado.

 

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