Los que conocen bien Fuerteventura hablan de varios lugares únicos en el mundo. Uno es Lajares, en los últimos años, hogar de una importante comunidad cosmopolita, fundamentalmente asociada a los deportes náuticos como el surf, kitesurf, bodyboard, SUP y el ahora tan de moda foil board. Es un ambiente de tiendas con material para vender y alquilar que en cualquier lugar emularía a una California europea. Unos kilómetros más adelante se encuentra uno de los tesoros gastronómicos mejor guardados de la isla: El Cotillo.

Se trata de un lugar lleno de calas, la mayoría con arena dorada, zona habitual de campistas y un punto para anotar en rojo en todo buen cuaderno de viajero para pasar unas horas degustando los mejores productos del mar. Entre la variada propuesta gastronómica destaca, por tradición, calidad de la materia prima y la amable atención de su personal, un rincón llamado La Vaca Azul.

El restaurante está gestionado por una pareja muy singular: Claude, Katia. Aventureros natos, con una amplia experiencia en restauración al más alto nivel en Francia, hace muchos años descubrieron este pueblito costero del norte de Fuerteventura. Y ya no pudieron olvidarse de él. Con los años, dejaron sus restaurantes en Europa, trasladaron su familia y su casa a la isla y adquirieron una pequeña casa, a pie del mar, hasta convertirse en una magníficos embajadores de Fuerteventura.

Hoy La Vaca Azul es una de las grandes referencias gastronómicas de la isla y de Canarias en general, en un entorno inmejorable, con vistas al Atlántico y al viejo puerto de El Cotillo, para disfrutar de las mejores especialidades de pescado fresco y mariscos, así como una amplia oferta de sopas, ensaladas, carnes, arroces y postres caseros.

Como bien dicen ellos, “la terraza en primera línea de mar es un lugar idílico para tomar una copa o saborear unas tapas, disfrutando de unas de las más espectaculares puestas del sol de Fuerteventura”.

No puede perderse algunas de las especialidades de su reconocido chef:

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