Si te desplazas a pie por la Isla de Gran Canaria, de una u otra forma tus pasos te llevarán a la Cruz de Tejeda. Encrucijada de caminos, este lugar comunica dos mundos antagónicos; aquí el verde y húmedo norte, con su paisaje de suaves vertientes alomadas, se encuentra con el escarpado y atormentado centro de la Isla, que Miguel de Unamuno bautizó como “la tempestad petrificada”. Un punto de unión donde campesinos, lecheras, carboneros y comerciantes cruzaban sus pasos. Un lugar donde se justifica, como en ningún otro, la justicia del apelativo de continente en miniatura con el que se conoce a la isla redonda.

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Nuestro recorrido, de poco más de 11 kilómetros de altitud, nos permite conocer uno de los caminos de peregrinación más emblemáticos de la Isla y nos recompensa a cada paso con vistas excepcionales de la vertiente norte de Gran Canaria. Comienza en el aparcamiento de la Cruz de Tejeda a poco más de 1500 metros de altitud.  

Desde allí, asciende suavemente por El Salviar hasta alcanzar la carretera GC-150 en el punto conocido como Degollada de Cruz Chica, donde se gana el punto más alto de la ruta, con poco más de 1600 metros sobre el nivel del mar. Tras un breve tramo por la carretera GC-150, abandonamos el asfalto y comenzamos a descender por la loma, dejando a nuestra derecha la localidad de La Almagrera. A continuación, tras cruzar dos veces la carretera y pasar por el Lomo de la Cueva de la Atalaya, llegamos a El Talayón, un espléndido mirador desde el que se divisa toda la comarca noreste de la Isla, desde las pequeñas localidades de San Isidro y Madrelagua hasta los lejanos volcanes de La Isleta.

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Desde aquí, continuamos disfrutando de la amplia perspectiva a uno y otro lado, a medida que descendemos entre abundantes brezos y helechos que cubren ocasionalmente la senda. Nuestro camino pasa ahora, por Montaña Valerio, Los Picachos y la montaña de José Manuel, llegando finalmente al segundo punto emblemático del recorrido, la Cruz de la Hoya Alta, otro miradero natural que nos muestra, a vista de pájaro, la Villa Mariana de Teror.

Tras disfrutar durante un rato de la panorámica, junto a las cruces que marcan la relevancia de este lugar para la peregrinación, acometemos el tramo final del descenso pasando por la Parada de la Era y El Caidero, siempre siguiendo la señalización hasta alcanzar la localidad de Teror. Este el núcleo en que confluyen todas las rutas de peregrinación que, desde hace siglos y cada 8 de septiembre, conducen a hombres, mujeres y niños de todos los rincones de Gran Canaria a los pies de su Patrona.

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