Por Rafael Rodríguez Santana

Fotografías por Fernando Torres

Aislada entre mares bravos del norte y sometida a los constantes alisios que peinan Gran Canaria, hay una playa que es un oasis de arena rubia. La riqueza de ecosistemas únicos, una cantidad enorme de especies biológicas, paisajes aéreos y submarinos extraordinarios y la existencia de una barra natural que protege toda la dársena hacen de Las Canteras una de las mejores playas del mundo.

En la cornisa norte de Gran Canaria, al oeste de la Península de La Isleta, en el istmo que la une con la isla principal, se localiza la Playa de Las Canteras, un tramo de costa de 3.000 metros de largo, con una anchura media de 56 metros y que tiene, a una distancia de 250 metros de la orilla y corriendo paralela a ella, una barra natural fraccionada de casi dos kilómetros  que es la que aporta a la playa su carácter excepcional.

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La barra de la Playa de Las Canteras que delimita la dársena, las arenas, las peñas, las rasas intermareales, los cantiles rocosos o las zonas de cantos rodados, configuran un espacio marino que aglutina todos los ecosistemas y ambientes marinos característicos de Canarias. Es el mundo marino del Archipiélago concentrado en pocos kilómetros cuadrados.

La Playa de Las Canteras es un espacio vivo y muy rico que está en continuo movimiento. Cambia con las estaciones e incluso de la noche al día. Las cifras hablan por sí solas, en total más de 250 especies comunes de animales y más de 250 especies de flora marina, incluida la seba, la única planta con flor (que no es un alga) y que vive en las zonas arenosas de Las Canteras formando praderas.

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Las Canteras, incluida dentro de la Bahía del Confital y su entorno, ha sido desde tiempos remotos un ejemplo de intensa relación entre los recursos costeros y los habitantes de la isla. Así lo atestiguan las referencias arqueológicas como los concheros o anzuelos hechos de cuerno de cabra, primitivas redes, esteras de materiales vegetales para coger sardinas y otros peces de cardúmenes, nasas de juncos, las extracciones de las piedras de cantería (de ahí viene el nombre de Las Canteras) destinadas a abastecer algunas construcciones en el barrio noble de Vegueta y a la elaboración de filtros para las pilas de agua. Una intensa relación con la playa que se ha mantenido hasta hoy en día.

A mediados del siglo pasado, cuando empezó a desarrollarse el turismo, era tan simple el concepto de playa que las peñas de Las Canteras, ese soporte de riqueza biológica, suponían un estorbo para el turismo y el Ayuntamiento de la época dictó órdenes para que se eliminaran. Afortunadamente, la intervención de playeros como los de la familia Rodríguez Medina impidieron, utilizando múltiples tretas, que se culminara tal desaguisado.

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De pocos sitios en el mundo se puede decir que un paseo por la playa es disfrutar intensamente del mar y de sus paisajes. Nadar en Las Canteras, desde la arena hasta la Barra, disfrutar de sus fondos y sus paisajes es como sumergirse en una pecera. Con la única diferencia que la Playa de las Canteras es un regalo que la naturaleza nos ha puesto a disposición para que la vivamos, aprendamos de ella y compartamos tan singular lugar con las más de 500 especies que tienen aquí, como muchos de los que somos playeros, el principio y el fin de su existencia.