Por Álvaro Morales

Fotografías por Dominic Dahncke

Valle Gran Rey es el gran motor económico, sobre todo por el turismo, de La Gomera, sin olvidar la capital y zonas como Playa de Santiago. Sin embargo, el embrujo del barranco que lleva hacia el litoral de este municipio del suroeste, su ganada reputación como referente hippy en España desde los 60 y 70 pese a la oscuridad franquista y sus múltiples atractivos para pasar unas buenas vacaciones se ven complementados de forma ideal con una playa para toda la familia que lleva el nombre del municipio y que suele regalar plácidos baños casi todo el año por el habitual buen estado del mar y del tiempo.

Aunque presenta muchas zonas de callaos, sobre todo a la izquierda, su área principal, con servicios bastante completos, se sitúa junto a un núcleo con gran oferta alojativa y gastronómica, con mucha arena fina y muy cerca de la vía marítima y los aparcamientos. Un todo muy apetitoso para el ocio familiar que, encima, ve incrementada la arena en bajamar y siempre deja la opción de la cercana playa del Inglés para los más alternativos, así como el charco del Conde o la pequeña playa del ampliado puerto por si se quiere enriquecer la visita.

De las playas de arena de La Gomera para toda la familia, una de las más grandes y con servicios más completos es, con claridad, la de Valle Gran Rey, conocida también como La Calera. Situada junto a la larga avenida marítima, que lleva años demandando una reforma a fondo, y a uno de los núcleos con mayor oferta alojativa y gastronómica junto al área del ampliado puerto, se trata de uno de los principales atractivos del, con diferencia, motor económico de la Isla por su relevancia turística, sin olvidar la importancia de la capital y de referentes como Playa de Santiago por algunos establecimientos emblemáticos.

La de Valle Gran Rey es una playa perfecta para todas las edades porque a su fina arena, principalmente en la franja derecha –donde se hallan servicios como duchas y la oferta de apartamentos y restaurantes–, se suma un mar generalmente en calma, muy propio de la vertiente sur, un sol que suele contrastar respecto a otros microclimas de la Isla y unas dimensiones (casi un kilómetro, solo que con buena parte de callaos) y características generales que hacen las delicias de los más pequeños, con lo que, por lo general, suelen arrastrar al resto de la familia.

Para llegar, basta con alcanzar la carretera que atraviesa La Gomera por el centro (GM-2) y que enlaza la capital (San Sebastián) con el litoral de Valle Gran Rey, si bien se puede enlazar subiendo desde el Sur (de Alajeró, por ejemplo) o desde el Norte (Vallehermoso, Agulo, Hermigua…). Atravesaremos el impresionante bosque de laurisilva del mágico Parque Nacional de Garajonay, del periodo terciario (el de los dinosaurios) y, aunque nos toparemos con enlaces hacia Playa de Santiago, Igualero, Las Hayas o Chipude, debemos seguir por esa GM-2. Llegaremos a una parte recta, aún en el parque, y luego bajaremos hasta el pueblito de Arure, ya en Valle Gran Rey. Desde ahí bajaremos por dos impresionantes túneles y ya nos toparemos con el bellísimo barranco y valle (alto, medio y bajo) que da nombre al municipio, con sus características terrazas agrícolas en sus paredes, casas salteadas y mayormente blancas y su palmeral inolvidable. La playa será casi lo primero que nos encontraremos tras unos 10 minutos desde Arure al llegar a la costa, con el puerto a la izquierda y uno de los referentes hippies desde los 60 a la derecha: la aún virgen playa del Inglés.

La tradición hippy, pese a la pujanza y extensión turística desde hace muchas décadas, sigue dejando su aroma en casi todo este núcleo, bien por historias que aún se recuerdan o simplemente porque la gente alternativa de muchas zonas del mundo no han olvidado esta combinación: Valle Gran Rey. Un nombre que, más allá de París y de los lugares emblemáticos de la revolución de las flores en EE. UU. y otros países, se hizo referente en Europa para la juventud que quería acabar o revolcar el statu quo o, al menos, pasárselo genial, por mucho que aquella España en blanco y negro y carcomida por la bochornosa y asesina dictadura resultase justamente todo lo puesto a los nuevos aires y a las costumbres libertarias.

Aparcar junto a la playa nos resultará relativamente fácil por la gran extensión de la avenida, si bien costará más en los fines de semana o en días de fiesta si el tiempo y el mar acompañan. Como hemos indicado, el sol suele estar presente, pero, si llega y no lo ve, tranquilidad, pues suele haber cambios de tiempo y muchas veces acaba despejado un poco más tarde. Aunque el mar suele estar tranquilo, conviene siempre estar atento a las corrientes, especialmente con los más pequeños. La playa y su gran oferta gastronómica anexa son suficientes argumentos para pasar un completo día de ocio con toda la familia, pero, si queremos agrandar o enriquecer la jornada, siempre tendremos la opción de la playa del Inglés, a la derecha, o la del curioso charco del Conde, la playa del puerto y el resto de atractivos del otro núcleo clave del litoral del municipio, a la izquierda. Sin duda, no se ha estado en La Gomera si no se pisa esta parte.

DETALLES:

Ubicación: en el suroeste de La Gomera.

Socorristas: sí, en diversas etapas del año.

Playa surfista: no habitualmente.

Restaurantes: amplia oferta a la derecha y en otras zonas del litoral.

Baños: no.

Duchas: sí.

Sombrillas y hamacas: no.

Adaptada para discapacitados: sí, en la parte con más servicios.

Aparcamientos: sí.

Transporte púbico: taxis y guaguas.

Perros: no en la zona con más arena, aunque sí se permiten en la parte de callaos.

Curiosidades: aparte de los apartamentos y los muchos restaurantes, tascas o bares situados junto a esta playa, existe una pequeña plaza junto al comienzo de la avenida donde, en línea con lo que ocurre con gran parte de los pueblos de La Gomera, resulta habitual toparse por la noche (sobre todo en verano) con verbenas, fiestas o actividades, con los correspondientes chiringuitos, puestos de perritos y otros autobares. Una jornada aún más completa.