Por Enrique Areilza.

Ilustración por Ilustre Mario.

Miles de tratados, estudios, análisis, teorías sobre la felicidad. Ahora mismo empieza a tomar relevancia lo revelado por el proyecto de Harvard Dark Horse Project. Resumido y simplificado: no hay que elegir entre tener éxito y ser feliz, el enfoque es distinto, hay que alcanzar el éxito gracias a la felicidad, entre otras cosas, claro. El desarrollo personal está por encima de otros factores clásicos de éxito. Prima la pasión, el orgullo, lo auténtico.

Para la mayoría de nosotros, cuando pensamos en éxito, lo hacemos en modo de riqueza, estatus o poder. Generalmente aceptamos que su alcance conlleva sacrificar parte o toda nuestra felicidad. Dark Horse Project analiza a personas que demuestran que no necesariamente es así. Esos individuos que son exitosos sin que hubiera ninguna señal para ello priorizan la realización personal. Eso no significa evadir las decisiones, no.

Uno de los principales factores que ayudan es lo que los autores denominan micromotivadores. Hablar de motivación podría llevarnos toda la revista. Nosotros solemos comentar que en nuestros trabajos de análisis organizacional es sorprendentemente frecuente advertir el desconocimiento individual de los factores de motivación principales de los ejecutivos que participan. Es curioso: aquello que debería movernos lo desconocemos en muchos casos.

En el libro Achieving success through the pursuit of fulfillment Dark Horse se muestran dos magníficas técnicas para descubrir nuestros micromotivadores individuales.

La primera se basa en el análisis y preguntas sobre aquellas cosas que nos gusta hacer. Ponen un ejemplo muy simple: suponte que te gusta el fútbol (a mí no me ha servido porque no me gusta, la verdad). A partir de ese gusto pregúntate si lo que te gusta es la competición, el juego al aire libre, la camaradería, la bronca, la estrategia… Cuanto más pienses, más te acercarás a saber qué es lo que te motiva realmente, lo que te mueve. Si lo haces de forma habitual conocerás tu camino para tu desarrollo personal.

 

 

Aquí hacemos un inciso formativo: obviamente, los padres deberíamos utilizar este tipo de preguntas para ayudar a nuestros hijos a descubrir sus motivaciones. Lástima que solemos dedicar más tiempo a hablar que a preguntar de forma dirigida. Si somos capaces de individualizar las motivaciones y por tanto el desarrollo personal que desencadenará su éxito, requeriremos que la formación sea individualizada. Y sí, sabemos que eso parece algo peligroso; sin embargo, en el resto de ámbitos de nuestra vida tenemos totalmente interiorizada la individualización: Google nos propone respuestas adaptadas, Netflix nos sugiere pelis según nuestros gustos, la medicina desarrolla tratamientos ad hoc… Ahí lo dejamos por ahora.

La segunda técnica de descubrimiento se basa en juzgar a los demás. Yo en eso soy un hacha, en mi casa se decía: “Piensa mal… y te quedarás corto”.

Sin bromas, es muy normal encontrarte a ti mismo juzgando a alguien: un colega, un pesado en la tele, un desconocido en la cola del cajero… En esos casos se producen reacciones instintivas que nos van a ayudar a detectar nuestros micromotivadores. La práctica es la siguiente: se toma conciencia del momento en el que estás juzgando a alguien; atiendes conscientemente a tu reacción identificando los sentimientos que aparecen, no importa si son positivos o negativos, solo necesitas que sea un sentimiento fuerte; pregúntate por qué estás experimentando esos sentimientos y recuerda que te debes honestidad; concéntrate en lo que te gustaría si tuvieras su vida…, pero también en lo que odiarías. Por ejemplo, quizás estás viendo una entrevista a una celebrity y sientes que debe de ser horrible ser tan famoso y no tener vida privada. Ahí sabrás que la falta de privacidad es un gran motivador para ti.

Debes tener en cuenta una parte difícil de este análisis, que reside en resistirse a la potente idea de que algunos motivos deberían motivarnos, como el dinero o ayudar a otros. Esto puede hacer que distorsionemos nuestro propio diagnóstico.

 

Feliz vuelo, feliz descubrimiento y, por supuesto, feliz éxito.