Por Daniel Campanero.

Fotografías por Felipe Hernández

Pamplona es conocida mundialmente por las fiestas de San Fermín, pero, más allá de esa frenética semana, se ha convertido en un destino muy popular entre los amantes del turismo cultural y gastronómico. Cargada de historia como antigua capital del reino de Navarra, el casco antiguo conserva entre sus murallas tesoros como la catedral, la iglesia de San Saturnino, la Cámara de Comptos o el Archivo General. Calles animadas donde ir de pinchos, restaurantes en los que comer verduras o los productos con denominación de origen de Navarra conforman una oferta a la que es difícil resistirse. Pamplona es una ciudad verde y amable, hecha para pasear.

Si visitan por primera vez Pamplona hay una recomendación que merece la pena de ser atendida desde el principio. Pamplona es una ciudad hecha para el paseo, pensada para disfrutar de los parques y jardines que rodean el casco histórico y desde ellos acceder al centro de la ciudad. Olvídense del coche, incluso si su lugar de residencia se encuentra en algún barrio. Aquí las distancias son pequeñas y raro será que no puedan ir caminando entre zonas verdes, ideales para estirar las piernas.

Lo más interesante de la ciudad está en el casco antiguo, pero también en las zonas ajardinadas que lo rodean, incluyendo las murallas, con un recorrido de cinco kilómetros de punta a punta; la ciudadela, un recinto defensivo mandado construir por Felipe II; y los parques de la Taconera y la Media Luna.

 

 

Las murallas se pueden recorrer partiendo del parque de la Taconera, desde donde se accede al paseo de Ronda, una ruta que los llevará a muchos de los lugares más interesantes de la ciudad, como el portal de Francia, o de Zumalacárregui, por donde cruza el camino de Santiago, o el baluarte del Redín, que da acceso a la catedral de Pamplona. Si continúan el recorrido de la muralla disfrutarán de hermosas vistas sobre las montañas que rodean Pamplona y llegarán hasta el parque de la Media Luna, desde donde se contemplan las huertas de la Magdalena, todavía hoy lugar de donde se surten de verduras los mercados de la ciudad y donde, en otoño, se pueden comprar los famosos pimientos del piquillo.

 

El recorrido del encierro

Otro de los paseos imprescindibles cuando se visita Pamplona es el del recorrido del encierro, comenzando desde el puente de curtidores, sobre el río Arga y al lado de los corralillos del Gas, donde descansan las reses que del 7 al 14 de julio correrán el encierro. Son hitos del recorrido la hornacina de San Fermín, donde los mozos cantan al santo pidiendo protección; la plaza del Ayuntamiento; la calle Estafeta –buen lugar para tomar unos pinchos–; y la plaza de toros de Pamplona, que se puede visitar y que muestra muchas peculiaridades que la diferencian de otros cosos. Si quieren conocer el corazón de la ciudad la parada obligatoria es la plaza del Castillo, con sus animadas terrazas.

 

 

Iglesias, historia y pinchos

Si lo que les gusta es la historia, les recomendamos una visita al Archivo Real y General de Navarra, reformado por Rafael Moneo, donde se encuentra la memoria del antiguo reino desde hace mil años. La catedral de Santa María es otra visita imprescindible, como lo son las iglesias de San Saturnino y San Nicolás, fortalezas de cuando los tres burgos de Pamplona peleaban en guerras continuas.

 

 

Como les decimos, pasear es lo suyo en Pamplona, siempre y cuando la ruta termine disfrutando de las barras de los bares o de las buenas mesas de los restaurantes de la ciudad. Las calles San Nicolás y Estafeta son las que más establecimientos albergan, entre ellos muchos de los ganadores de la Semana del Pincho de Navarra, como el moderno Baserriberri o el reconocido Bar Gaucho, este en la calle Espoz y Mina, al lado de la Estafeta. Pueden perderse por muchos más lugares, no tengan miedo. Pamplona es, además de bonita y acogedora, una ciudad segura.