Por Francisco Belín

Ilustración por Ilustre Mario

Mastiquemos una uva, cogida directamente del racimo de cualquiera de nuestras islas. Vamos a concentrarnos en los matices, en la profundidad, el azúcar, la acidez natural de la pequeña esfera u ovoide. Listán blanco, malvasía, gual, albillo criollo, vijariego, moscatel, marmajuelo y verdello (vinos blancos); listán negro, negramoll y tintilla (tintos).

¿Sabían que la isla de El Hierro es un referente en biodiversidad para la vid y que cuenta en la actualidad con ocho varietales locales, únicos, de los 19 que hay reconocidos hasta hoy en el archipiélago canario, según los estudios de la Universidad Rovira i Virgili, de Tarragona? Ahí es nada.

Pero vayamos al asunto nada baladí de “masticar la uva”. El bodeguero Juan Jesús Méndez organiza en Tenerife –y ya van varias ediciones– una cata de uvas y sus vinos para profesionales de la hostelería, restauración y distribución, una acción que se despliega en el denominado Jardín de Variedades (La Guancha), donde catan una selección de entre las 17 clases de uva existentes en la zona. Dichos profesionales pasan luego a valorar otra selección de vinos basada en la cata de uva realizada con anterioridad.

Pero quería volver a El Hierro como ejemplo de la línea argumental que sigue este reportaje. Francesca Fort, doctora e investigadora de la citada universidad tarraconense, ha expuesto los resultados obtenidos en la Isla del Meridiano, con la corrección de unos 25 errores en los nombres de las variedades. Además, se identificaron 14 cepas que los viticultores entregaron dentro de su material vegetal para analizar como variedades desconocidas.

Tres muestras resultaron ser mutaciones rosadas de la variedad marmajuelo (ya descritas en la base de datos Vitis Canaria) y una fue identificada por primera vez como un marmajuelo negro (pendiente de confirmación definitiva). También existe una variedad muy próxima al listán prieto como un individuo rosado (pendiente de confirmación definitiva).

Todo esto pone de relieve que en las Islas (Fuerteventura tiene ya sus vinos también) se cuenta con un género de una tipicidad muy valorada por los grandes gurús del sector, como es el caso de John Zsabo, el estadounidense que ha elogiado el esplendor vitícola canario en lo que respecta al carácter volcánico único de nuestras vides.

Qué decir de la variedad baboso negro, también un icono en El Hierro, o la forastera gomera; el ADN de las hojas de esta reveló que se trata de una uva única, idéntica a la bermejuela herreña y muy parecida a la denominada pedro jiménez en Tegueste (Tenerife). De la primera, mastiquemos: vamos a detectar la explosión del jugo, tocando los racimos in situ, lo que nos transportará a lo que es la verdadera expresión de la fruta en la correspondiente elaboración vitícola.

La madurez aromática de la pulpa y del hollejo, así como la de los taninos, son algunos de los aspectos que, detectados en la fruta, nos van a brindar claves para saber entender más claramente las elaboraciones vitícolas de Canarias y el porqué de su tipicidad.

Concluyamos con las convicciones de la referida experta Francesca Fort: “Quizás la isla de El Hierro sea una de las que aporten una mayor biodiversidad a la vid actual no solo en el ámbito macaronésico, sino a nivel mundial, en una relación de variedad nueva por kilómetro cuadrado. Esto les permitiría a los viticultores y bodegueros herreños elaborar vinos excepcionales, de varietales únicos, con posibilidad de microorganismos (levaduras y bacterias) que los harían exclusivos en el planeta”.