Por Álvaro Morales

Fotografías Jonay P Matos

La playa del Águila o la de La Escalera, cerca del núcleo costero de El Cotillo, en el noroeste de La Oliva, sería la estrella en muchos rincones costeros del planeta, algunos muy turísticos. Su desventaja es que se sitúa junto a otras calas paradisíacamente increíbles y en una isla que, con razón, muchos llaman “la Isla Playa”: Fuerteventura. Si no fuera así, este inmejorable ejemplo de cala solitaria, de fina arena dorada, con acantilados de negra piedra volcánica, Atlántico intenso pero apetitoso si su fuerza da una tregua y, sobre todo, sin construcciones a la vista, salvo el pueblo de El Cotillo, ya habría impulsado la industria constructora u hotelera. Pero no, tras una pequeña travesía por una pista de tierra y en un terreno plano y muy árido, pronto nos toparemos con unos célebres escalones y una magnífica vista que, en poco, nos llevan a un lugar que no se olvida. Un lugar que, seguro, se volverá a visitar desde que se pueda.

En la Isla Playa por excelencia, Fuerteventura, infinidad de calas nos dejan extasiados si lo que nos gusta es la soledad, la libertad, la fina arena dorada (también la hay oscura) y, en definitiva, la naturaleza en su expresión más auténtica, sin aditivos humanos discordantes. Por supuesto que hay muchas playas inmensas en esta isla con completos servicios y oferta alojativa, comercial y gastronómica variopinta y extensa. Playas que también impresionan, aunque la oferta de las otras, las vírgenes, es enorme. Un gran ejemplo es la conocida como La Escalera o El Águila, cerca del pueblo costero de El Cotillo, en el noroeste del municipio de La Oliva. Un total de 160 escalones nos dejan en una preciosa cala protegida por un acantilado de piedra negra volcánica, pero con fina arena dorada y un océano poderoso que, al tratarse de la vertiente norteña, obliga a extremar más el cuidado dadas sus corrientes y oleaje.

A La Escalera es fácil llegar, aunque los coches con 4×4 tienen más ventaja, toda vez que su acceso se hace por una pista de tierra desde el pueblo de El Cotillo. Cuando llegamos a este núcleo, solo tenemos que tomar las pistas a la izquierda que llevan a playas como la de El Cotillo o Piedra Playa. Se trata de una zona llana, cuyas vistas se pierden hacia el noroeste por un terreno muy árido que, eso sí, regala un enorme contraste en el litoral, donde la roca negra volcánica combina excelentemente con la fina arena y el azul atlántico. Durante el trayecto, muchos visitantes suelen parar para disfrutar de las vistas de esas playas previas, debido a que a todas se accede bajando los pequeños acantilados que las acompañan, por lo que, desde arriba, las panorámicas suelen impactar.

Como otras de esta parte, estamos en una playa utilizada por bastantes surferos y, en general, visitada por jóvenes residentes o turistas un poco intrépidos y degustadores de este tipo de rincones salvajes. Conviene estar atentos al viento, sobre todo al bajar o subir la escalera, y, por supuesto, respetar la fuerza oceánica, y más si se atiende a la ausencia de socorristas. Por lo demás, la pequeña excursión y las características del lugar nos invitan a pasar un gran día en la cala, especialmente si el mar acompaña y a los refrescantes baños unimos el sol habitual de la Isla. La limpia arena, la inexistencia de construcciones –salvo las de El Cotillo, a lo lejos, y los 160 escalones, cuyo número y características conocen a la perfección los usuarios más habituales–, el aire puro y la comprobación continua de que este rincón apenas ha cambiado en milenios son razones más que suficientes para la visita. En la Isla Playa de las Canarias sin discusión, he aquí otra magnífica muestra de por qué el Archipiélago no solo es líder turístico mundial, sino uno de los destinos que más se repiten por cómo convence.