Sus abrazos como abrigo
para mi alma desnuda,
sus semáforos en verde
para mis calles desiertas,
sus ojos como faros
para mis viajes inmóviles,
sus tesoros escondidos
para todos mis mapas,
lo poco que tenemos
para adorarlo juntos,
el resto de nuestras vidas:
para la poesía.
Poema del libro Siempre donde quieras.
Diego Ojeda