Por Aarón Rodríguez González

Fotografías por Rocío Eslava

Este mes viajamos al noroeste de la isla de Tenerife y nos adentramos en uno de sus espacios naturales más emblemáticos. El abrupto macizo de Teno, un amasijo de rocosas montañas que son surcadas de mar a cumbre por profundos barrancos, reúne un ingente y valioso patrimonio natural y cultural que hoy podemos disfrutar gracias a la densa red de caminos y senderos que nos han legado sus laboriosos habitantes.

El camino del Risco, hoy incluido en la Red Canaria de Senderos como PRTF 58, es una impresionante senda que nos regala abrumadoras vistas mientras se descuelga, como una escalera serpenteante, desde las tierras altas hasta la Isla Baja de Daute. Por ella, los sacrificados habitantes de Teno bajaban a hombros hasta Buenavista del Norte los pesados ataúdes en que portaban a sus fallecidos con el fin de trasladarlos hasta su lugar de descanso eterno en la cabecera de la jurisdicción. De ahí el sobrenombre del camino, bajada de los muertos, aunque estaban vivos quienes, durante siglos, subieron y bajaron por esta vertiginosa senda flanqueada por profundos abismos para casarse o ir a misa, intercambiar productos, ir al juzgado, arreglar papeles o firmar contratos. Y, por supuesto, eran personas vivas con el corazón latente las que lo mantuvieron transitable, las que construyeron y repararon sus muros, y las que hicieron del camino su principal puerta al mundo.

El recorrido se inicia en la plaza de Los Bailaderos, la principal de los caseríos que conforman Teno Alto. Desde allí seguimos la señalización por la pista de la Multa, que abandonamos al cabo de un rato por el sendero que con suavidad nos lleva a Las Barreras, primero, y a la Gollada, un pequeño paso entre las elevaciones de La Coronita y el Roque de la Cruz, después. Una vez que alcanzamos La Erita, un antiguo tagoror que adorna la puerta del Risco, la ruta sufre una radical metamorfosis: el sendero, que hasta ahora recorría plácidamente un suave paisaje de colinas y lomas, se interna repentinamente en la colosal garganta del barranco del Aderno. La perspectiva es impresionante, abrumadora, corta la respiración. La Isla Baja de Daute se extiende ante nosotros, setecientos metros por debajo de nuestros pies. Un desnivel que la senda salva en apenas dos kilómetros de continuas revueltas, labradas en roca, que serpentean en zigzag.

La belleza y grandiosa magnitud del escenario en que nos encontramos nos obliga a detenernos una y otra vez. Merece la pena hacerlo. Al llegar al pie del risco, el camino confluye con el barranco de Bujamé y lo sigue hasta su contacto con la carretera de Punta Teno. Aquí, al pie de gigantescos paleoacantilados, finaliza la ruta de este mes: corta, aunque intensa y bella como pocas.

Desnivel positivo: 226 metros de ascenso.

Desnivel negativo: 884 metros de descenso.

Longitud: 3,7 kilómetros.

Cota máxima: 782 metros de altitud.

Cota mínima: 114 metros de altitud.

Lugares de interés cercanos: Teno Alto, lugar en que se inicia el sendero, merece una visita prolongada por sus alrededores, particularmente en los meses de invierno, cuando sus pastos se tiñen de verde. Su rico patrimonio etnográfico, que salpica su entorno en forma de abundantes casas tradicionales, eras y hornos de teja, bien merece una visita que recomendamos finalizar con una degustación de queso tierno, además de otros platos de la gastronomía tradicional canaria, en los establecimientos de Los Bailaderos.

Observaciones: existe posibilidad de vértigo una vez que nos internamos en el barranco del Aderno.

¿Sabías que…?: el camino del Risco constituye uno de los ejemplos más espectaculares de camino tradicional de la isla de Tenerife y fue, hasta la llegada de la carretera, la vía de comunicación más frecuentada por los habitantes de Teno Alto para dirigirse a Buenavista. Hasta tiempos relativamente recientes, sus comitivas fúnebres y nupciales utilizaban esta vía, mucho más rápida que El Callejón, el otro camino que comunicaba el caserío con la cabecera municipal.