Por Enrique Areilza

Ilustración por Ilustre Mario

La revolución de las redes sociales y la economía de la experiencia nos han hecho aceptar que lo gratuito lo pagábamos con nuestra atención. Puede que todo cambie ahora, cuando los más jóvenes deciden que sus datos son una moneda valiosa. Evasión masiva o boicot digital es una nueva opción, según los futuristas.

Dejamos y entregamos millones de datos, consciente o inconscientemente, lícita e ilícitamente. Sorprende el ánimo con el que subimos nuestra vida privada, desvelando destinos, características personales, familiares…; hay que parecer, no solo ser. Esto no es nuevo. Julio César recriminó a su mujer, Pompeya, por un altercado con Publio Cordo del que no tuvo culpa. Allí nació aquello de ‘la mujer del César además de ser honesta debe parecerlo’. Napoleón también estaba al loro, vestía camisa roja en la batalla para disimular la sangre si lo herían y así no desmotivar a la tropa.

Llenamos las redes de fotos estupendas. Todo sale bien, el día dónut. El café con nata en forma de corazón. ¿Los viajes? Maravillosos, sin contratiempos… Por no tener, no tienes ni barriga. Fotos fake preparadas para mostrarnos perfectos. Hemos aprendido a posar para la foto, el perfil bueno, la sonrisa que quede natural…, posando con tu móvil hasta conseguirla; moviendo la cabeza, la ladeas, haces que sonríes, sonríes más porque ha quedado fingida, subes la barbilla. Todo un poco mentira, un poco triste. Claro que la vida es así, la publicidad es aspiracional, sin grasa, sin feos.

Pero hay buenas noticias, hacer que somos felices nos hace más felices. Es el fenómeno de feedback o retroalimentación. Cuando sonreímos, aunque sea mentira, engañamos al cerebro. Este no sabe si la sonrisa es fingida o no, interpreta el gesto por los músculos faciales y libera endorfinas que disminuyen el estrés. Si estamos tristes pero actuamos como si fuésemos felices, nos encontraremos mejor. Vaya subidón. Puedo hacerme sentir mejor. De una mentira consigo algo real y bueno.

A lo que íbamos. Dejamos datos de forma gratuita, pero esto parece que se va a acabar. A los millennials les motiva la bondad de las compañías; tanto es así que Fortune utiliza el criterio ‘contribución al mundo’ como uno de los fundamentales para distinguir a las ‘buenas compañías’. Los Z (Generación) lo tienen más claro, sus datos valen dinero y quieren cobrar por ello. De manera que empiezan a retirarlos de las redes, curioso. Además, los futurólogos de esto predicen un posible boicot digital si las marcas siguen aprovechándose de nosotros. Si nos sentimos acosados puede que los que no somos Z también nos vayamos o al menos limitemos nuestra exposición.

Por el momento sí que se aprovechan. En diciembre se denunciaba el uso de anuncios de empleo en Facebook restringiendo la edad del target por importantes compañías americanas, Amazon entre ellas.

¿Nos hartaremos y volveremos al pasado? Buen viaje.